jueves, 9 de febrero de 2012

MAESTROS DE PARROQUIA

LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

La obra del Espíritu Santo en la educación cristiana a través de los maestros en la Iglesia.

“Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos,” instó Pablo a Timoteo (2 Tim. 1:6). Entonces le recordó a Timoteo que había sido llamado con llamamiento santo (v. 9). En Romanos 12:6-8

Pablo incluyó el don de la enseñanza entre los dones de gracia que se le dan a la iglesia para la edificación del cuerpo de Cristo, “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12,13).

¡Qué responsabilidad cae sobre el maestro bíblico llamado por el Espíritu Santo!

Si ha descuidado este ministerio de enseñanza al cual Cristo lo ha llamado, es tiempo de “avivar” el don que está en usted.

El maestro por tanto necesita entregarse a esta enseñanza, a través de los medios de gracia, enfatizando siempre y en primer lugar en la palabra de Dios, como dijera el Dr.

Lutero, que esta era la única autoridad que debe tener un cristiano.

¿Se ha dado cuenta usted de cuánto más tiempo pasa en estudio buscando la dirección del Espíritu Santo en la preparación de la lección, tanto más ansioso está por enseñar?

El Espíritu Santo necesita enseñarle a usted, el maestro, antes de poder enseñar por medio de usted. La presencia del Espíritu Santo en nuestro corazón nos permite entender las verdades de la palabra de Dios.

Cuanto más buscamos, por medio de la lectura, la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida tanto más fuerte es el deseo de enseñar. Cuánto más buscamos su dirección, tanto más eficientes somos en proclamar las verdades del evangelio. Él actúa para motivarnos poderosamente para servir y para darnos un conocimiento de la verdad que va más allá de nuestros talentos naturales para comprender (Hechos 1:8, Juan 16:13).

Cuando confiamos sólo en nuestra inteligencia y en nuestros talentos naturales, le quitamos el “sabor” a la enseñanza impartida por el Espíritu Santo la cual añade riqueza y provee el contenido más importante a la enseñanza de la palabra.

A continuación una cita del libro “Los Fundamentos de la Educación Cristiana”, comenzando en la página 58 bajo la sección ‘Objetivos de la educación cristiana’:

En la instrucción religiosa el poder para conformar la voluntad de una persona por medio del intelecto y emociones no descansa en el maestro sino en la Palabra y en el Espíritu Santo, que trabaja en los corazones y mentes de las personas mediante la Palabra. Sin embargo, Dios ha escogido usarnos como sus humildes instrumentos en enseñar su Palabra a nuestros estudiantes. Y él quiere que formemos conceptos claros en la mente y que despertemos respuestas emocionales apropiadas.

Además quiere que nosotros hagamos esto en la mejor forma posible, de acuerdo a las leyes de la mente que Dios nos ha dado, así como también quiere que un agricultor plante su semilla en la mejor forma que sepa de acuerdo a las leyes de la naturaleza que Dios ha dado. Por lo tanto, el fin de nuestras metas como maestros cristianos debe también incluir la verdad de que somos humildes instrumentos en las manos del Espíritu Santo persiguiendo el objetivo de conformar la voluntad de los estudiantes con la palabra de Dios.

Por consiguiente, los objetivos de la educación cristiana son:

1. Como instrumentos en las manos del Espíritu Santo, los maestros guiarán a los estudiantes a un claro conocimiento y entendimiento de las verdades de la palabra de Dios (para que con el intelecto las conozcan).

2. Al mismo tiempo, el maestro cristiano querrá, como instrumento en las manos del Espíritu Santo, despertar las apropiadas respuestas emocionales a estas verdades (para que con las emociones sientan)

3. Al cumplir con los primeros dos objetivos el maestro cristiano, como un instrumento en las manos del Espíritu Santo, querrá conformar la voluntad de los estudiantes para abrazar la gracia de Dios en Cristo por la fe, y desear que su vida total esté de acuerdo con la voluntad de Dios - amor nacido de la fe (para que con la voluntad decidan y actúen).

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