Tema:
SOLO UNA COSA ES NECESARIA.
Texto: Aconteció que, yendo de camino, entró en una
aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana
que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
Marta, en cambio, se preocupaba con muchos quehaceres y, acercándose, dijo:
-Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que
me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: -Marta, Marta, afanada y turbada estás
con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena
parte, la cual no le será quitada.
(Lucas 10:38-42).
En
mi ciudad, Medellín, los domingos son días exclusivos para: ir al estadio,
madrugar a la ciclovía, ir de descanso a los diferentes parques que hay en la
ciudad, o ir a visitar a nuestros parientes. La lista es tan larga que el día
no alcanzaría para hacer todas estas cosas. Y pongo de ejemplo este día porque
es un día de descanso en nuestra ciudad. Los avances del llamado modernismo y
el crecimiento de nuestra ciudad, se han convertido en un obstáculo para la
predicación del evangelio. El hombre de la actualidad se está preocupando por
dedicarle el mayor tiempo posible a suplir sus necesidades materiales y en
pensar solamente en estar bien para disfrutar la vida.
Aquellos
que no tienen el tiempo suficiente para dedicarlo a Dios, así como Marta, están
olvidando que el tiempo es de Dios. Marta creyó que era más importante atender
a Jesús que sentarse a escucharlo. En esos momentos ella no tenía claro qué era
lo más importante para su vida. Eso mismo puede pasar con nosotros cuando
tenemos que decidir entre el tiempo para Dios o el tiempo para nosotros. Les
tengo una noticia. ¡El tiempo que le dedicamos a Dios es también un tiempo
dedicado a nosotros!, porque con ese tiempo Dios está alimentando nuestra fe en
Jesucristo Señor nuestro.
La
Biblia nos enseña a aprovechar “bien el tiempo, porque los días son malos”
(Efesios 5:16). Como creyentes, es muy importante que administremos nuestro
tiempo para dedicarlo a Dios. Podemos dedicar tiempo predicando el evangelio a aquellos
que no tiene tiempo para Dios. Este texto de Efesios es una advertencia que
Dios nos hace para que no nos descuidemos porque el tiempo en esta vida es
corto y realmente los tiempos son malos por culpa del pecado.
Marta
quiso que Jesús reprendiera a María porque no le había ayudado a atenderlo a él.
La intención de Jesús no era la de ser servido, sino la de servir, y el afán de
Jesús era únicamente la predicación de su Palabra. Jesús sabía aprovechar muy
bien su tiempo. Miremos este contraste del dueño del tiempo con nosotros
pecadores. Jesús sabía muy bien cómo administrar el tiempo. Él nunca niega un
segundo a nosotros sus hijos, siempre dedica el tiempo necesario para que
tengamos unas vidas cristianas tranquilas y beneficiosas con el objetivo de que
estemos a su lado por toda la eternidad. Cuando le oramos él nos escucha
perfectamente.
¡El
tiempo que le dedicamos a Dios es también un tiempo dedicado a nosotros! porque
con ese tiempo Dios está alimentando nuestra fe en Jesucristo Señor nuestro.
El
Espíritu Santo puso en María el deseo de dedicar tiempo para escuchar palabras
de salvación. En estos momentos me estoy imaginando a María sentada a los pies
de Jesús escuchando solamente aquello que es necesario para su vida.
Miro
ese ejemplo y trato de traerlo a mi vida. Deseo que todo aquel que escuche este
sermon también haga una reflexión en su vida cristiana y considere cuánto
tiempo le está dedicando a Dios para escuchar solamente lo que es necesario
para su vida.
Cuando
queremos utilizar bien nuestro tiempo podemos pensar en un horario o en un plan
de acción para el día. A veces nos complicamos escribiendo tantas cosas que
después tal vez no las cumplimos y lo que hacemos es vivir afanados y turbados
con tantas cosas, así como Marta. No hay nada mejor que empezar el día con una
oración personal y meditar en un texto de la Biblia y pedirle a Dios que en ese
día podamos predicarle a alguien la ley y el evangelio; y así compartir con los
demás lo único que es necesario para nuestras vidas, a Cristo que nos regaló
por medio de su sufrimiento, muerte y resurrección lo único que es necesario
para nosotros, la salvación de nuestras almas. Dios espera que nosotros como sus
hijos seamos luz mostrando lo único que es necesario para nuestras vidas, creer
en Jesucristo como nuestro único Salvador que nos lleva al cielo por toda la
eternidad.
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