viernes, 1 de junio de 2012

SIEMPRE UNIDOS


POR QUE ES TAN IMPORTANTE COMULGAR CON LOS DE LA MISMA FE

En cierta ocasión estaba conversando con un miembro de una iglesia evangélica reformada quien me pregunto: ¿Por qué los luteranos no comulgan con los evangélicos? Mi respuesta fue: porque las doctrinas de ustedes son muy diferentes a las de la Biblia. En el transcurso de la conversación le mostraba las diferencias que teníamos, y al final me dijo: ¿entonces en el cielo estarán ustedes en otro grupo aparte? Esa fue una muy buena pregunta a la que más tarde se dio una respuesta clara. Con base en la comunión cerrada que practicamos, que realmente se hace es por amor a ellos, muchos inventan chistes de los luteranos confesionales por el hecho de no comulgar con ellos en lo espiritual.

Ahora, ¿Por qué no podemos nosotros comulgar juntos con las personas de otras denominaciones? La respuesta es: Dios nos manda que seamos uno en todo lo que su Palabra enseña para que podamos comulgar con otros, y cuando no lo hacemos, es por amor. La comunión cerrada significa que le daremos, Como Dios quiere, la Santa Cena sólo a los que son uno con nosotros en todo lo que creemos y enseñamos.

¿Creemos que somos los únicos que serán salvos? No, pues sabemos que donde se predica el evangelio allí habrá creyentes. Pero Dios quiere que le demos la Santa Cena sólo a los que están instruidos de modo que saben el significado de la muerte de Cristo (1 Corintios 11:28-29). Sabemos que los reformados no creen en la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la cena del Señor; ellos creen que el pan y el vino sólo representan el cuerpo y la sangre de Cristo, por eso no comulgaremos con ellos.

Pablo dice en Romanos 16:17:“Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.” Aquí vemos lo importante de comulgar solo con los hermanos que confiesan la misma fe, nos reunimos en oración, en alabanza, en acciones de gracias, en amonestación, en el fortalecimiento, en solidaridad, en todo evento que tenga que ver con nuestra iglesia. Un claro ejemplo de esto lo notamos en los hechos de los apóstoles; los primeros cristianos compartían en la casa de Dios y en las casas de los hermanos donde comían y se regocijaban por el regalo que Dios les había dado al enviar a su hijo Jesús a morir por ellos. “Y perseveraban en la doctrinas de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”… “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón.” (Hechos 2: 42; 46).

Ese lazo de fe que viene del Espíritu Santo hace que los cristianos se reúnan en solidaridad y en compañerismo, hace que se reúnan en las congregaciones para estudiar la palabra y crecer en la fe como se hizo en las primeras iglesias que Pablo había fundado. “Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía” (Salmo 133:1).

A veces llegamos a pensar que los únicos hermanos creyentes, con quienes confesamos la misma fe, son los que están en nuestra congregación o en nuestro país, pero no es así. Dios ha hecho que su palabra sea sembrada en otras partes del mundo y crezca de tal manera que nosotros podamos compartir la misma fe con ellos. Hoy en día, podemos compartir nuestra fe con ellos mediante los medios de comunicación, las revistas, y hasta por el internet; llegamos a compartir por medio del culto virtual con muchos creyentes de muchas partes del mundo, alabando juntos el nombre de Dios, dando gracias en todo momento. Lo importante de compartir con nuestros hermanos alrededor del mundo, es que podemos hacer que otras personas conozcan a Jesús y para que la verdadera doctrina perdure no se pierda ni se contamine, porque el error puede destruir la fe, además es la palabra de Dios que está en juego y también las personas.

El Señor nos ha dado su evangelio en su palabra y en los sacramentos, de tal manera que tenemos un tesoro para compartir. Sabemos lo importante que es estar todos unidos en el Señor y en una sola fe compartiendo juntos como dice el himno 133 del culto cristiano:

Amémonos, hermanos, con tierno y puro amor;
 que un solo cuerpo somos, y nuestro Padre es Dios.
 Amémonos, hermanos; lo quiere el Salvador,
 que su preciosa sangre por todos derramo.
 Amémonos, hermanos, en dulce comunión;
 y paz y afecto y gracia dará el Consolador. Amén.

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