martes, 3 de abril de 2012

EXPLICACION DEL CATECISMO SOBRE LA BUENAS OBRAS

4. El Espíritu Santo renueva nuestro corazón, para que amemos el bien y aborrezcamos lo malo. Pero si nuestro corazón está renovado, eso se manifestará en nuestra vida y conducta externa. El que ama de corazón a Dios y el bien, también andará en la manera en que Dios desea, tendrá una conducta piadosa. En esto consiste nuestra santificación, en una conducta conforme a la palabra de Dios. Él nos ha convertido para que andemos en buenas obras. Efesios 2:10. Nos ha creado de nuevo en Cristo Jesús por medio de la conversión para que hagamos las buenas obras que él ha preparado para que andemos en ellas. En esto consiste nuestra santificación. Tampoco pudimos hacer esto por nosotros mismos, sino Dios el Espíritu Santo es el que obra en nosotros para santificarnos. Así, finalmente, su obra consiste en que el Espíritu Santo nos da a los cristianos poder para andar en una conducta piadosa y realizar buenas obras.

5. Los cristianos debemos andar en buenas obras. Pero entonces es necesario e importante que sepamos cuáles son las buenas obras ante Dios. Pregunta 162. Los hijos de este mundo y también muchos cristianos tienen muchas obras por buenas que no lo son ante Dios, y además no consideran muchas de ellas como buenas obras que Dios tiene por tales. Solamente la Biblia nos puede dar aquí una instrucción correcta.

a. En la historia que nos cuenta Marcos 14:3-9 podemos ver bien lo que es una buena obra. Allí se nos relata que una mujer ungió al Señor, y él mismo da testimonio de que ella ha hecho una buena obra, versículo 6. María, quien hizo esa buena obra (Juan 12:3), fue una seguidora del Señor Jesús. Su deseo y gozo era sentarse a los pies de Jesús y oír su palabra. Lucas 10:38- 42. Ella creía en su Señor Jesucristo. Hizo esta obra motivada por su fe. Las buenas obras son aquellas que fluyen de la verdadera fe en Cristo, y solamente somos santificados por esa fe. Únicamente los cristianos creyentes pueden hacer buenas obras. El Señor lo dice explícitamente. Juan 15:5. Cristo se compara en este contexto con una vid y sus verdaderos discípulos con pámpanos o ramas en esta vid. Una rama sólo puede llevar fruto si queda en la vid. Si está cortada, se seca, y no produce ningún fruto. Solamente cuando los cristianos nos quedamos en la fe podemos llevar el fruto de las buenas obras. Sin Cristo no podemos hacer nada. Los incrédulos y los que no son convertidos no pueden hacer buenas obras. Es cierto que muchas de sus obras ante los hombres parecen buenas, pero ante Dios no tienen valor. Son pecado. El árbol malo sólo puede producir fruto malo. Una buena obra es la que se hace por la fe en Cristo. Es cierto que estas obras todavía no son perfectas, pero por medio de la fe el hombre es hecho un querido hijo de Dios. Por causa de Cristo Dios se apiada de la persona creyente, y luego también de su obra. Los creyentes por la fe siempre se apropian de nuevo la justicia de Cristo y de este modo cubren la imperfección de sus obras. De tal manera que una buena obra es la que hace un hijo de Dios en la fe.

b. Sólo lo que fluye de la fe es una buena obra ante Dios; pero también todo lo que el cristiano hace por la fe agrada a Dios. En Marcos 12:41-44, el Señor alaba como una buena obra la ofrenda de una moneda pequeña que dio la viuda. Ante el mundo había hecho una obra sin importancia. También la obra más pequeña cuando fluye de la fe es una buena obra. No debemos considerar solamente las que tienen una apariencia grande y especial — una buena obra es todo lo que el cristiano hace por la fe, por ejemplo, cuando desempeña con fidelidad lo que su vocación exige. Una buena obra ante Dios es todo lo que el hijo de Dios hace por la fe.

c. Cuando hablamos de las buenas obras, en primer lugar pensamos en algo que se hace. Pero el cristiano también puede hacer buenas obras con palabras. Cuando Jonatán habló a favor de David con su padre Saúl, hizo una buena obra. Además, todo lo que el cristiano piensa motivado por la fe es una buena obra. Una buena obra es todo lo que el hijo de Dios hace, habla o piensa debido a su fe en el Salvador.

d. Sólo Dios nos puede decir cuáles son las obras que él quiere que hagamos. Él es el Señor y nosotros sus siervos. Y Dios efectivamente nos ha declarado cuáles obras le agradan en los Diez Mandamientos, en donde Dios nos muestra qué debemos hacer y dejar de hacer. Cuando hablamos, pensamos y tratamos según los Diez Mandamientos, entonces hacemos buenas obras. Toda obra escogida por uno mismo, por la cual pensamos servir a Dios, como por ejemplo entrar a un monasterio, practicar ayunos, etc., como sucede en la iglesia romana, no son buenas. En vano sirven al Señor con los mandamientos de hombres Mateo 15:9. Una buena obra es todo lo que el hijo de Dios hace, habla o piensa conforme a los mandamientos de Dios.

e. Todavía hay algo a que tenemos que dirigir nuestra atención. El apóstol nos dice que todo lo que hagamos, aún comer y beber, lo hagamos para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31. Sólo las obras que hacemos para honrar a Dios son buenas. Así como los hijos honran a su padre cuando llevan una vida honorable, debemos dejar brillar nuestra luz delante de los hombres, para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre en el cielo. (Mateo 5:16). Y finalmente nos dice la Sagrada Escritura que debemos ayudarnos unos a otros con los dones que hemos recibido, 1 Pedro 4:10, y hacer todo para el servicio del prójimo. Solamente son buenas obras las que hacemos con el objeto de ayudar y hacer el bien al prójimo. Éstas tienen que venir del amor hacia Dios y al prójimo. No son buenas las que uno hace para ser visto por la gente, para buscar la gloria, o para que nos paguen otra vez, recibir un premio, merecer con ellas el cielo, etc. Ante Dios, una buena obra es todo lo que el hijo de Dios hace en fe según los Diez Mandamientos, para la gloria de Dios y para el servicio del prójimo.

En conclusión, recordemos que el Espíritu Santo también obra en nosotros la santificación sólo mediante el evangelio. Si debemos crecer en ella, no debemos menospreciar los medios de gracia, sino usarlos diligentemente.

“El Espíritu Santo me ha guardado mediante la verdadera fe.”



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