BREVES TESIS SOBRE
EL COMPAÑERISMO ECLESIÁSTICO
Y
EL ECUMENISMO ACTUAL
Medellín 2005
EL COMPAÑERISMO ECLESIASTICO
(“El ecumenismo de hoy”)
Más y más excesivamente, el tema del compañerismo eclesiástico ha estado al frente en nuestro medio durante los años recientes. A un grado inusual los asuntos pertenecientes al compañerismo eclesiástico han llegado a ser el tema de discusión en las convenciones, conferencias, y congregaciones de las iglesias evangélicas “reformadas”. No hay nada misterioso en cuanto a esta situación. Es solamente el resultado inevitable de los esfuerzos intensificados que se están haciendo corrientemente de unir los varios cuerpos de la iglesia evangélica y católica de nuestra tierra, los cuales antes han sido diferentes en su doctrina y practica. En la formación reciente del colectivo ecuménico, mas o menos la tercera parte de los evangélicos históricos en nuestro país se han unido en un solo cuerpo con la iglesia católica. Y ahora están haciendo planes de unir más que otra tercera parte de los ya miembros de Colombia en otro cuerpo eclesiástico llamado Macroecumenismo que integra a Testigos de Jehová, Mormones y pentecostales, en unos años. Además de estos movimientos de unificación entre los cristianos, se están haciendo esfuerzos intensos de llevar a cabo una dimensión más grande de colaboración y cooperación entre ellos. Tenemos que darnos cuenta también que lo que esta sucediendo entre los cristianos de nuestro país es lo que esta sucediendo con los cristianos de todo el mundo con el Consejo Mundial de Iglesias, y este movimiento esta ganando mucho ímpetu. Este movimiento ecuménico esta influyendo sobre las denominaciones cristianas por todo el mundo y quiere unirlas todas en un compañerismo común de balanza y obra, pero sin ningún pensamiento serio de llegar a la unidad doctrinal con base en la palabra de Dios. No solamente la gran mayoría de las iglesias protestantes y reformadas sino también la mayor parte de los grupos católicos ortodoxos están comprometidos. Aún han abogado con entusiasmo por dialogar con representantes de la iglesia Católica Romana con el propósito de reevaluar las diferencias y establecer un entendimiento mutuo más grande.
En cuanto a nuestra Iglesia Presbiteriana Ortodoxa, nuestras convicciones ganadas por la palabra de Dios nos han impedido participar directamente en estos esfuerzos de unión. Hemos encontrado que aún estos esfuerzos fallan en cuanto a lo que la palabra de Dios requiere para el establecimiento y ejercicio del compañerismo eclesiástico. Esto no quiere decir, sin embargo, que por causa de todo esto hemos sido puestos en la posición alegre en que podríamos pasar por alto estos movimientos y esfuerzos. Afectan a nosotros mucho. Están molestando el compañerismo en nuestro propio medio, y amenazan romper y terminar el compañerismo precioso que por tantos años hemos disfrutado con otros hermanos reformados.
Vienen a mi mente las palabras dichas por el teólogo Karl Bart, (1) que, en la asamblea constituyente del Consejo Mundial de Iglesias en Amsterdam, dijo: “... os propongo que renunciéis a las lagrimas inútiles que algunos están tentados de derramar por la ausencia de Roma entre nosotros. Allí donde se dice: `No solo Jesús` sino `Jesús y María`; allí donde se reconoce una autoridad terrenal un carácter infalible, sólo podemos contestar con un NO resuelto. Nuestra actitud respecto al catolicismo es la de la misión, de la evangelización; pero no la de la unión.”. Y es mi propósito el exponer tanto como fuere posible todo lo que Dios tiene que decir en su palabra sobre el tema del compañerismo cristiano. Los problemas prácticos en la iglesia reformada tienden a enfocar nuestra atención en una fase del tema del compañerismo cristiano o el compañerismo eclesiástico, es decir, en las limitaciones y restricciones que Dios en su Palabra ha puesto sobre el ejercicio externo del compañerismo cristiano. Pero no sería edificante pensar en el compañerismo cristiano, o el compañerismo eclesiástico, exclusivamente en lo que podemos llamar su lado negativo. Al desarrollar esta asignación, no he tratado entonces en su alcance más amplio para que recordemos de nuevo qué bendición gloriosa tenemos en el compañerismo cristiano, para que seamos constreñidos profundamente por los ánimos abundantes de las Sagradas Escrituras a manifestarlo en todas sus manifestaciones que son agradables a Dios a ejercerlo por tanto tiempo que podamos con la aprobación de Dios, para que podamos pagarles ricamente la deuda grande de amor a todos los que todavía son débiles en la fe y en el entendimiento cristiano. Entonces también ganaremos una fuerza nueva para observar las limitaciones que nuestro Señor ha puesto sobre el ejercicio del compañerismo cristiano en una manera fiel, pero también evangélica.
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Después de haber dicho desde el principio lo que creemos que el concepto bíblico del compañerismo eclesiástico es, nuestra presentación ahora procederé a mostrar bajo
TESIS I
A.
A. Cómo las Escrituras nos conducen a este concepto del compañerismo eclesiástico. Esto se hace con seis puntos, numerados 1-6 bajo A. Tenemos que recordar que los primeros dos puntos, y hasta un cierto grado también 3 y 4, todavía no tratan el compañerismo eclesiástico como se define en la primera declaración. Tienen que ver con el compañerismo en la una sancta, aunque la realidad de este compañerismo espiritual no puede ser establecido por nosotros en cuanto a individuos específicos en una manera absoluta. El compañerismo eclesiástico, como se nos recordará también en otros puntos de esta presentación, tiene que contentase a sí mismo con asumir la realidad del compañerismo espiritual a base de la confesión de individuos o grupos que están envueltos. Sin embargo, perdiendo la vista del compañerismo espiritual, que se asume ser presente a base de una confesión aceptable, querría decir exteriorizar el concepto entero del compañerismo eclesiástico.
Con esta clarificación preliminar vamos entonces a estudiar punto tras punto los pasos por los cuales las Escrituras nos conducen a su concepto del compañerismo eclesiástico.
A, 1
A, 1 Lee: por la fe en Cristo el Espíritu Santo con nuestro Dios y salvador. Sí, por medio de una fe en Cristo, dada por Dios y obrada por el Espíritu Santo nuestro Salvador Dios ha llegado a ser nuestro querido Padre; y nosotros, los pecadores perdidos y condenados, hemos llegado a ser sus queridos hijos. Porque San Pablo dice muy claramente en Galatas 3:26: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” San Pablo despliega esta verdad preciosa en él capitulo cuatro, diciendo, “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envío a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” Y entonces dice en el versículo seis de ese capitulo, como se encuentra bajo este punto: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su hijo, el cual clama: ¡abba, Padre!.” Por el mensaje evangélico de la redención completa de Cristo, el espíritu santo continuamente nos da la seguridad de fe que nuestros pecados todos son borrados y que Dios es así nuestro querido padre. Así nos facilita ir a Dios con confianza y esperanza como sus queridos hijos y nos constriñe a hablarle a Él como nuestro querido Padre en suplica, alabanza y gratitud.
La bendición inmerecida de este compañerismo con Dios por Cristo Jesús debe emocionar nuestros corazones como emociono el corazón de san Juan cuando escribió en él capitulo 3, versículo 1, de su primera epístola: “Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.” En su gozo sobre su estado de un hijo de Dios, por la fe, es también consciente de sus implicaciones gloriosas del futuro, porque escribe: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como él es.”
A, 2
En el punto A, 2 nuestra presentación sigue diciendo: esta fe obrada por el Espíritu, a la vez nos une en un vinculo intimo con todos los creyentes. Sí desde el momento mismo en que nosotros pecadores fuimos recibidos en este compañerismo bendito con nuestro Dios por la fe en Cristo nuestro Salvador, también entramos en otro compañerismo que debe también emocionar nuestros corazones. Fuimos unidos íntimamente los unos con los otros, con cada otro creyente en Cristo. Esto es insinuado por San Juan aun cuando habla de su compañerismo bendito con Dios, porque él sé gloria en esto como algo que tiene en común con todos sus lectores cristianos. En todo habla en términos de “nosotros”. Pero el apóstol también habla de esto muy explícitamente. Lo hace cuando en el principio mismo de su epístola expone el propósito de su testimonio como un testigo de ojos y de oídos del Salvador y sus obras, diciendo: I Juan 1:3: “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su hijo Jesucristo.” Y después de haber dado la amonestación de que este compañerismo bendito con el Padre y el Hijo esta perdido con los que caminan en oscuridad de pecado, dice una vez más: “Pero si andamos en luz, como Él esta en luz, tenemos comunión unos con otros” (1:7). La fe en el Salvador, que nos une individualmente con Dios y nos hace sus hijos, a la vez nos une los unos con los otros, y nos hace hermanos y hermanas espirituales.
Todos los creyentes en todo el mundo, a pesar de raza, edad, sexo, y estado en la vida, juntamente con los que ya han salido de esta vida en fe, constituyen una familia espiritual con Cristo como su cabeza. Sus miembros pueden ser muy diferentes en cuanto a ancestro, educación, hábitos, búsquedas y convicciones políticas, no obstante, una fe viviente en Cristo los ligan en una unión muy intima. Esta unidad gloriosa de la iglesia invisible, y lo que todos sus miembros tienen en común para unirlos, se expone con gran amplitud en Efesios 4:4-6. Aquí San Pablo dice: “Hay un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, Él cual es sobre todos, y por todos.” La iglesia invisible de creyentes constituye el cuerpo místico de Cristo. El único y el mismo Espíritu vive en los corazones de todos sus miembros, el Espíritu Santo El cual por un llamamiento común les ha dado la misma idéntica esperanza de salvación. El Señor y Salvador de todos es el mismo, no solamente en su persona maravillosa como el verdadero Dios y el verdadero hombre, sino también en su obra. No preparo una salvación completa para unos y una salvación que tiene que ser suplida por obras para otros. La fe por la cual los méritos de Cristo son apropiados es la misma en cada caso. No es que unos confían en Cristo completamente mientras otros dependen hasta un cierto punto en su propio honor y sus propios méritos. Esta fe es producida en cada miembro completamente por el Espíritu Santo. Todos ordinariamente comparten en un bautismo de regeneración. Por medio de su fe común en único Señor y Salvador, obrada en sus corazones por el mismo Espíritu por los mismos medios de Gracia, tienen a un Dios y Padre Quien es sobre todo como el Creador y Maestro de todos, El cual usa a ellos por todo para llevar a cabo Sus planes, El cual vive y habita en ellos por su Espíritu.
Esta realidad gloriosa de la unidad de la iglesia también es acentuada en muchas otras metáforas impresionantes de las Sagradas Escrituras. Los creyentes en Cristo son llamados el templo de Dios en que los cristianos individuales son piedras vivientes que son juntados como conviene; Una ciudad del Dios viviente, una comunidad en que los creyentes son conciudadanos; un sacerdocio real, en que todos los que son lavados de sus pecados son reyes y sacerdotes juntamente; los pámpanos de una vid, de la cual todos sacan fuerza y sustento; un rebaño, en que todos los creyentes son ovejas de un buen pastor.
Esta unidad gloriosa y compañerismo invisible de los creyentes, como el compañerismo con Dios del cual fluye, no es hecha por hombres, sino es un don y la creación de Dios. La fe que nos une con Cristo y los unos con los otros es completamente la obra del espíritu Santo. El crea y preserva esta unidad. Este compañerismo bendito tiene sus raíces en el consejo eterno de Dios, quien nos predetermino en Cristo antes de la fundación del mundo para ser sus hijos y por eso hermanos en una familia santa, y quien tenia el propósito de reunirnos juntos en el tiempo. Este compañerismo de creyentes se hace posible por Cristo y su obra de expiación. En la noche antes de la realización de su obra redentora, oró por la consumación de este compañerismo cristiano (Juan 17:20,21): “Para que todos sean uno; como tú, oh padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno con nosotros; para que el mundo crea que tu me enviaste”. Esta oración esta cumplida en el crecimiento, expansión, y preservación de la iglesia invisible de creyentes. La obra bendita de conducirles a los hombres a este compañerismo con Cristo y los unos con los otros y de preservarlos en esta unidad se efectúa por su Palabra, por el Evangelio de reconciliación. Jesús oro por los doce: “ Santifícalos en tu verdad; tu Palabra es verdad,” y añadió: “Más no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno.” Como el Señor exaltado, Cristo da pastores y maestros a su Iglesia para que por su ministración del evangelio su cuerpo de creyentes sea edificado, para que más siempre sean añadidos a este cuerpo por la fe, y para que ellos juntamente con los que ya han venido a la fe puedan ser fortificados, alimentados y preservados en este compañerismo.
Esta verdad necesita ser acentuada hoy día cuando la unión de todos los cristianos se busca por otros medios diferentes a la Palabra y el Espíritu de Dios; cuando se realizan esfuerzos cooperativos sin la unidad doctrinal; cuando reuniones representativas con problemas sociales en la agenda se ven como medios eficaces para llevar a cabo la unidad cristiana. La verdad que la Palabra y el Espíritu de Dios unen a los cristianos necesita ser acentuada ya que el cumplimiento de la oración de Cristo para la unidad de su iglesia mal entendido frecuentemente, ya que se piensa esta siendo cumplido por los hombres al efectuar una unidad organizada externamente entre las denominaciones cristianas y no cristianas. El compañerismo bendito de creyentes es y permanece como un compañerismo invisible, lo cual no debe ser considerado equivalente a ninguna organización eclesiástica externa.
A, 3
Pero el compañerismo eclesiástico como usamos él termino, aveces es visible y manifiesto externamente. Por eso los próximos puntos de esta presentación A, 3-5, nos recuerdan lo que las Escrituras dicen sobre la Expresión y manifestación de la fe.
A, 3: La fe como vida espiritual siempre se expresa en actividad que es espiritual según su naturaleza, pero que es manifiesta externamente, es decir, en el uso de los medios de gracia (Juan 8:47), en oración (Galatas 4:5), en alabanzas y adoración, en uso apreciador del “regalo” del Señor a la Iglesia (Efesios 4:11-14), en testimonio cristiano (Hechos 4:20; II Corintios 4:13), en adelantar la causa del evangelio (I Pedro 2:9; Galatas 2:9), en hechos del amor cristiano (Galatas 5:6)
A, 4
El punto a, 4 esta relacionado con el punto A, 3. Dice: Es Dios el Espíritu Santo que nos conduce a expresar y manifestar en actividad la fe que el obra y sostiene en nuestros corazones por el Evangelio (Galatas 4:6; Juan 15:26,27; Juan 7:38,39; Hechos 18; Efesios 2:10).
La fe que une a los creyentes con su Dios y Salvador y los unos con los otros es vida espiritual, como toda vida se manifiesta en actividad. Sabemos que esto es verdad en cuanto a la vida física. Tampoco podemos ver la vida física misma pero la vida que palpita en un cuerpo humano y que penetra todos sus miembros se manifiesta por el pulso, por el crecimiento y cambio, por movimiento y actividad. Es así también con la fe, la vida espiritual se manifiesta por actividad. Pronto habrá más que decir sobre esta actividad.
Cuando pensamos en el compañerismo de la fe, lo cual es el tema especifico en discusión, podemos, sin embargo, llevar la comparación antes dicha un paso más. En nuestros cuerpos físicos el corazón, los pulmones, las manos, los pies, los ojos, los oídos no solamente se manifiestan como miembros vivos por su actividad individual. Ya que todos estos miembros individuales son estrechamente fusionados juntos en un cuerpo, con una vida palpitando por todos, estos miembros en su actividad funcionan junta y armoniosamente, cada uno integrando su actividad a la de todos los otros miembros, cada uno con su propia actividad sirviendo a todos los demás; esto también es verdad de la iglesia de creyentes como el cuerpo místico de Cristo. La vida espiritual de fe que mora en cada creyente no solamente se manifiesta por actividad individual. Ya que la misma fe en el Salvador, obrada por Dios vive en los corazones de todos los creyentes, uniéndolos muy íntimamente como el cuerpo de Cristo, la vida espiritual común también se manifiesta en actividad común, juntamente los creyentes expresan su fe, cada uno integrando su actividad de su fe con la actividad de otros creyentes, cada uno sirviendo a los otros en fe con sus dones particulares. Son tales expresiones comunes de fe que vienen a la consideración cuando hablamos del compañerismo cristiano o compañerismo eclesiástico.
Esto no es una comparación que hemos inventado. Es una comparación que Dios mismo hace en su Palabra, una comparación que el Espíritu Santo emplea en gran detalle por el Apóstol Pablo en el capitulo doce de Romanos y en I de Corintios. Por su puesto, no debemos seguir y forzar la comparación más allá de los puntos, los cuales han de ser clarificados por esa comparación en una manera viva, según la intención del autor. En todas las comparaciones la analogía nunca es completa en cada punto. El hecho de que la vida espiritual de fe se manifiesta en actividad, y como vida espiritual común a todos los creyentes, se manifiesta en actividad común, no quiere decir que por medio de tal actividad la iglesia invisible de creyentes ahora en realidad llega a ser visible. En la esfera de la vida física un doctor, al notar el pulso puede detectar y determinar y concluir si todavía hay vida presente en un o no en un cuerpo aunque la vida sea muy poca. No es así con la vida espiritual; la actividad por la cual la fe se expresa puede en cuanto a sus manifestaciones externas (y eso es todo lo que nosotros como mortales podemos observar), ser fijada e imitada por aquellos en cuyo corazón no late la fe. Así la presencia de estas manifestaciones externas de la vida cristiana no es una indicación absoluta de que aquellos de los cuales esas manifestaciones originan son verdaderamente creyentes. Puede ser en realidad la actividad de hipócritas, como la adoración y caridad de Ananías y Safira, los cuales, hasta ser expuestos por Dios, sin embargo, pasaron por expresiones de la fe cristiana. Pero este es un asunto que se tendrá para seguir completo mas adelante.
En los últimos dos párrafos ya hemos hablado un poco sobre las verdades que se encuentran en el punto A, 5.
A, 5
Por el vinculo de fe en que Él nos une con todos los cristianos, el Espíritu Santo también nos conduce a expresar y manifestar nuestra fe juntamente con otros cristianos cuando hay oportunidad; En grupos pequeños y más grandes, Hechos 1:4,15; 2:41-47; Galatas 2:9; como congregaciones con otras congregaciones, Hechos 15; I Tes. 4:9,10; II Corintios 8: 1,2,18,19; 9: 2.
Vamos a considerar ahora en más detalle cuales son algunas de estas actividades mencionadas en los puntos A, 3-5, por medio de las cuales los creyentes manifiestan y expresan su fe individualmente y juntamente con otros. Es por la Palabra de Dios que la fe ha sido engendrada en nuestros corazones, es por la Palabra y solamente por la Palabra que el Espíritu Santo alimenta y sostiene esta vida espiritual de fe en nuestros corazones. Santiago dice: “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (1:18). Pablo afirma: “La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios” (Rom. 10:17). Ya hemos oído como en la noche en que fue entregado Jesús habló de los que iban a creer por la palabra de los Apóstoles. También oímos como en su deseo ardiente para la fe continuada de sus discípulos el Salvador oró: “Santifícalos en tu verdad; tu Palabra es verdad” (Juan 17:17). Los creyentes, entonces, anhelan esta comida indispensable de la Palabra de Dios y la desean ardientemente para la alimentación y preservación de su vida espiritual. Así su fe se manifestará, en primer lugar, en oír y meditar sobre la Palabra de Dios. Jesús dice en Juan 8:47: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye.” En la lucha amarga del cristiano con su viejo Adán este anhelo posiblemente no siempre va a ganar ni ser capaz de imponerse completamente, sin embargo esta allí mientras hay fe en su corazón. Las Escrituras abundan con exhortaciones para dar animo y edificar nuestra fe también en su apreciación de la Palabra de Dios. Ya que el Espíritu Santo ha unido a todos los creyentes en este anhelo por la comida espiritual de su Palabra, el cual viene por la fe, también conduce a los cristianos a reunirse juntamente con esta Palabra. El hecho de que lo hacen es una expresión externa del compañerismo cristiano. Vemos esto en la primera congregación cristiana cuando el Espíritu Santo fue derramado en el día de pentecostés (Hechos 2:41-47). La Biblia nos dice que esta compañía de creyentes recibieron con gozo la palabra del Apóstol. Ellos vieron su tesoro supremo en el Evangelio puro de Jesucristo. Ni en público ni en secreto encontraron mal en ninguna parte de ese mensaje. Con todos sus corazones ellos se aferraron a ese mensaje, en verdad lo creyeron, y diligentemente formaron sus vidas según ese mensaje. Ya que ellos profundamente apreciaron el tesoro del Evangelio, lo usaron diligentemente. Leemos: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión unos con otros...” (Hechos 2:42); y también se nos dice en la Biblia que ellos perseveraron unánimes cada día en el templo, y partieron el pan en las casas (Hechos 2:46). Siempre de nuevo se reunieron para oír la Palabra de Dios y así su fe pudiera ser fortificada. Fue una expresión verdadera del compañerismo cristiano. Dios ha dado su palabra salvadora a su iglesia y a cada miembro individualmente para que sus creyentes puedan alimentar sus almas con ella. Con esta palabra son exhortados a ministrar los unos a los otros para su edificación mutua. Cuando lo hacen, esta es una expresión del compañerismo cristiano, compañerismo eclesiástico.
Al confiar su Evangelio a su iglesia el Señor también se lo ha dado a ellos en forma especifica de los dos Sacramentos, el Santo Bautismo y la Santa Cena. Es el mismo mensaje evangélico, pero con el sello de una señal visible añadida. En su gran comisión a su Iglesia el Señor les ha mandado a hacer discípulos de todas las naciones por el Bautismo, con el lavamiento de la regeneración. Cuando los cristianos juntamente llevan a cabo esta comisión, esto es una expresión del compañerismo cristiano. En la noche antes de su muerte, Jesús ordeno su Santa Cena para todos sus discípulos presentes y futuros con la promesa preciosa de que en forma real y espiritual recibirían su verdadero cuerpo y sangre en cada celebración. En este santo comer y beber cada uno de ellos estaría asegurado individualmente en su fe: “Jesús voluntariamente a dado su cuerpo a la muerte para mi salvación; ha derramado su sangre para la remisión de mis pecados. Ahora no tengo que temer mi pecado, ni la culpa, ni la ira de Dios que merezco por ellos. Puedo estar seguro de mi salvación, seguro de la gracia y favor de Dios para siempre”. Pero aunque el propósito de este precioso medio de gracia fue el de dar la certeza de la salvación a los individuos creyentes, otro propósito fue que sirviera como una expresión del compañerismo de la fe; eso es lo que fue cuando Jesús lo celebró con sus discípulos en su institución; quiso que continuara siendo así cuando fuera celebrada en el futuro, diciendo, “Haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (I Corintios 11:25). Cuando la Biblia dice en cuanto a la congregación pentecostal que ellos perseveraban en el partimiento del pan y que partieron el pan en las casas, esto ha sido interpretado muchas veces como refiriéndose a una celebración común de la Santa Cena. Aunque esto no puede ser establecido con plena certeza, sí sabemos de I Corintios 11, como los primeros cristianos en Corinto comulgaron juntamente a la mesa del Señor en conexión con sus fiestas de Agape, las cuales fueron en sí mismas una expresión del compañerismo cristiano.
El Apóstol recuerda a los corintios en I Corintios 10:17: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.” Muy apropiadamente, entonces, nosotros también por esta razón llamamos esta Santa Cena “comunión” y los invitados a la mesa del Señor “comulgantes”. Cuando nos acercamos a la mesa del Señor, testificamos que profesamos la misma fe con aquellos que comulgan con nosotros. Usualmente nos referimos a esto como el compañerismo sacramental. El Señor también les ha mandado a sus creyentes que proclamen su palabra salvadora, confiada a ellos, a los que todavía no la han oído para que tales almas puedan ser ganadas a la fe y llegar a ser unidas con el cuerpo de Cristo, su Iglesia. Nos dice: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15); es el Espíritu santo quien nos constriñe a llevar a cabo esta comisión privilegiada. En la noche antes de su muerte, Jesús les dijo a sus discípulos (Juan 15:26-27): “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviare del Padre, Él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” Jesús prometió que el Espíritu Santo testificaría de Él en y por medio de sus discípulos. El Espíritu Santo les recordaría todo lo que su salvador había dicho y hecho delante de sus ojos y oídos. Después, los discípulos testificarían el la fuerza y poder del Espíritu Santo y como sus instrumentos. Testificar para Cristo es una expresión de fe; Es el Espíritu santo quien constriñe a los creyentes a dar testimonio del Señor.
Nosotros, por supuesto, no hemos estado con Jesús desde el principio; pero los apóstoles estaban con Él por nosotros; por su Palabra inspirada hemos oído su mensaje de gracia y visto los hechos de poder con que Él obró nuestra salvación; por medio de la palabra de los apóstoles el Espíritu santo nos ha guiado a toda la verdad salvadora y nos ha conducido a abrazarla con corazones creyentes; ha glorificado a Jesús ante nuestras almas como el redentor perfecto. Por esta obra de gracia el Espíritu santo nos constriñe a dar testimonio de Jesús en hechos y palabras. Como Pedro y Juan, no podemos dejar de decir a otros las cosas maravillosas que dan consuelo a nuestros corazones (Hechos 4:20); San Pablo expresa la misma verdad en II Corintios4: 13, diciendo “teniendo el mismo Espíritu de fe, conforme a lo que esta escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos.” Cuando los cristianos son conscientes de la posición alta a la cual han sido elevados por la fe, serán también constreñidos a hacer el trabajo para el cual han sido elevados a esta posición, como se nos dice en I Pedro 2:9: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Entre más plenamente vivimos en el evangelio, más ricamente el Espíritu Santo nos mueve a glorificar a nuestro Salvador delante de otros con el testimonio de nuestros labios y nuestras vidas; cuando hacemos esto juntamente con otros, es esta una expresión del compañerismo cristiano, compañerismo eclesiástico; es compañerismo en la obra de la iglesia.
No solamente ha dado el Señor su Evangelio en palabra y sacramento a su iglesia de creyentes y a cada miembro individual, sino también ha establecido el ministerio público. Como el Señor que ascendió y fue exaltado, da dones a su iglesia para la ministración pública de estos medios de gracia; hablando de esto en Efesios 4: 11-14, San Pablo dice: “Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo...” En su fe dada por Dios los creyentes desean y aprecian estos dones del Señor. Anhelan las bendiciones que vienen a ellos por los sirvientes de Cristo en sus ministraciones públicas de los medios de gracia. Dondequiera, entonces, que creyentes se encuentren en la misma localidad, se reunirán en grupos pequeños y más grandes; los vemos ya en Hechos 1:14,15 donde encontramos 120 discípulos reunidos en oración y suplicas escuchando la exposición de Pedro de la Palabra de Dios; lo vemos de nuevo después de pentecostés en el nacimiento de la primera congregación la cual permaneció en la doctrina y compañerismo de los Apóstoles (Hechos 2:41-47). Los cristianos no tienen que ser mandados a formar una congregación; por su fe común el Espíritu Santo los liga y los mueve a establecer el ministerio público en su medio y llamar a ministros públicos, como pastores y maestros, para servirles con los medios de gracia. Esto es ilustrado ricamente en el libro de Hechos de los Apóstoles en el acto de fundar las primeras congregaciones cristianas. Cuando estos ministros públicos entonces ministran a los creyentes, y ellos por su parte reciben estas ministraciones, esto es una expresión del compañerismo cristiano, compañerismo eclesiástico. Usualmente hablamos de esto como el compañerismo del púlpito.
Además, aún como el vinculo de la fe que el espíritu santo crea y sostiene no deja a los individuos cristianos quedarse como separados sino que los liga en congregaciones cristianas, así también este mismo vinculo de una fe común liga las congregaciones, para que busquen contacto la una con la otra y compartan los dones especiales que Dios ha dado a una u otra congregación. Vemos esto ya en las primeras congregaciones cristianas; Timoteo de Derbe tuvo un informe muy bueno de las iglesias de Listra e Iconio, habiendo trabajado y hecho una obra honorable en todas ellas; San Pablo había fundado tres congregaciones en Macedonia, con bastante distancia entre ellas. En su primera epístola a los Tesalonicenses, 4:9-10, Pablo los alaba por haber por haber practicado el amor fraternal “con todos los hermanos que están por toda Macedonia”. Había por lo menos un hombre que sirvió en todas las congregaciones de Macedonia, (II Cor 8:1,2,18,19). Tenían una organización bastante grande para llevar a cabo una elección común en que este hombre particular fue escogido como un compañero de Pablo en sus viajes, para representar estas iglesias en entregar la ofrenda que habían dado para los que tenían necesidad en Jerusalén; en conexión con esta ofrenda Pablo también dice en II Cor. 9:2: “Acaya está preparada desde el año pasado.” Así vemos que él pensaba en las tres congregaciones de Atenas, Corinto y Céncreas como estando en un compañerismo muy intimo en un área común.
Cuando Pablo organizó esta ofrenda grande entre las iglesias de Grecia para las iglesias de Jerusalén, el propósito fue unir dos partes de la iglesia, las cuales estaban en peligro de separarse; todas estas expresiones comunes de fe en el nivel intercongregacional fueron un ejercicio del compañerismo cristiano. San Pablo acentúa los vínculos divinamente creados los cuales unieron a los Corintios con el resto de la iglesia; cuando ellos tenían la inclinación de esconderse detrás de la independencia congregacional, les llamo la atención diciendo: “¿Acaso ha salido de vosotros la Palabra de Dios, o sólo a vosotros a llegado?” (I Cor. 14:36); Cuando congregaciones cristianas externamente se aceptan la una a la otra como creyentes hermanos, cuando hacen juntos la obra del Señor, cuando comparten a los ministros de la Palabra, esto es una expresión del compañerismo cristiano. La asociación de congregaciones en la obra del Señor como lo hay en muchos sínodos y presbiterios, sus esfuerzos comunes en cuanto a las misiones, su entrenamiento común de los obreros cristianos, su supervisión común de la educación cristiana, todas estas cosas son una expresión del compañerismo cristiano. Tenemos que recordar que las formas especificas en que los creyentes se reúnen para la obra de la iglesia, las formas especificas en que disponen el uso de los medios de gracia en la adoración pública, las formas particulares en que establecen el ministerio público, no han sido prescritas por el Señor a su iglesia del Nuevo Testamento. Las regulaciones diminutas del Pacto Antiguo han terminado con la revelación plena de la salvación de Dios; el Señor trata a sus hijos del Nuevo Testamento como sus hijos adultos; en y por su fe común el Espíritu Santo los conduce a crear las formas suficientes y saludables las cuales son correctas para cada circunstancia, situación y necesidad.
Aunque nuestro estudio de las expresiones externas del compañerismo eclesiástico no pueden ser exhaustivas, si queremos mencionar una manifestación más, es decir, la manifestación vital de la oración.
Solamente un cristiano puede orar. El incrédulo, y eso quiere decir cada hombre como es por su naturaleza, trata de orar; por lo tanto, no debe sorprendernos cuando encontramos que casi todos hablan de sus oraciones, o cuando los encontramos haciendo lo que ellos consideran ser la oración. Esto se debe al hecho de que cada hombre tiene un conocimiento natural de Dios, una consciencia que le avisa continuamente que va a tener que dar cuentas a Dios y que depende por completo de la sabiduría y el poder supremo de Dios. No obstante, en su consciencia cargada de pecado, el hombre, como es por su naturaleza, no puede acercarse a Dios en la oración verdadera; el espíritu mismo en que ora es una abominación a los ojos de Dios; en vano ve su oración como una obra meritoria o piensa en la oración como un encanto por el cual puede ganar algunas de las cosas que quisiera tener aunque su corazón está lejos de Dios y en otros tiempos no piensa mucho en darle honor y alabanzas a Dios; Jesús dice que tales oraciones son repeticiones vanas.
Sin embargo, por el mensaje del Evangelio el Espíritu Santo ha entrado en nuestros corazones y nos ha conducido a abrazar el perdón del salvador y con ese perdón el pleno don de su salvación. Por este mensaje del Evangelio el Espíritu Santo nos da la certeza de que Dios es nuestro querido Padre y ahora nos incita a hablarle a Él como nuestro querido Padre. Pablo dice, en Galatas 4:6: “Y por cuanto sois hijos, Dios envío a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” Esta es la oración cristiana, esta sola es la oración verdadera. En la oración el cristiano habla a su Padre celestial con base en las promesas preciosas de su Palabra. Toda esta comunicación, este hablar con Dios, se hace en el nombre de Jesús, en la fe que por medio de Jesús y por medio de Jesús sólo, Dios es nuestro querido Padre y nosotros, los pecadores indignos, sus queridos hijos. La oración verdadera es una expresión de la fe cristiana. Cuando cristianos, entonces, se reúnen en oración, cuando oran juntos, expresan su fe común. La oración común es una expresión del compañerismo en la fe. Es difícil entender cómo con un entendimiento bíblico de la oración alguien podría pensar en hacer una distinción entre oraciones comunes que son compañerismo de oración y otras oraciones comunes que han de ser algo menos que el compañerismo de oración. Dios quiere que sus hijos vengan a Él juntos en oración. Jesús mismo nos enseño esto cuando nos dio animo a orar, no “Padre mío, que estas en los cielos”, sino “Padre nuestro que estas en los cielos”. Quiere que recordemos que estamos al Padre de una familia grande. Dios es nuestro Padre por Cristo, pero es también el Padre de muchos mas hijos, los cuales son nuestros hermanos y hermanas espirituales. En nuestras oraciones Dios quiere que recordemos que estamos delante de Él no solamente como creyentes individuales sino como creyentes que somos íntimamente unidos con todos los demás creyentes aquí en la tierra y arriba en los cielos como su querida familia.
En este sentido todas nuestras oraciones realmente son oraciones comunes. Es un articulo bendito de nuestra fe que sabemos que todos los hijos de Dios, aunque conocidos individualmente a Dios solo, están orando constantemente con y para nosotros, que hay un bendito compañerismo invisible de oración siguiendo constantemente, en el cual los corazones de todos los creyentes son elevados juntamente al trono de la gracia de Dios en suplicas y gracias. En este sentido participamos en oraciones comunes también con cada hijo de Dios el cual el Señor esta preservando para sí mismo en medio de los cuerpos eclesiásticos o iglesias con error doctrinal, aún en la iglesia del Papa, el anticristo mismo. De la misma manera, también cada otra expresión de fe por parte del cristiano es a la vez una actividad que hace juntamente con todos los demás cristianos los cuales son conocidos solo por Dios, sirviéndolos y beneficiándolos con su actividad de fe. Por eso esta presentación del compañerismo en una declaración en paréntesis bajo el punto A, 5 dice, “Ante Dios cada actividad de nuestra fe es a la vez actividad de compañerismo en la comunión de los santos. I Cor. 12; Efe. 4:1-8; II Tim. 2:19.” Sin embargo, esto no es la actividad de fe que tenemos en mente cuando hablamos del compañerismo eclesiástico o compañerismo cristiano en esta presentación. Esta presentación a la selección consciente de individuos específicos para la expresión común y la manifestación de una fe común. Pues, además de la oración común invisible que incluye cada oración cristiana, el Salvador también insta la oración común en que escogemos a individuos específicos con el propósito de mandar un ruego común al Padre celestial con ellos; esto es compañerismo de oración en el sentido de compañerismo eclesiástico. En Mateo 18: 19.21, Jesús dice: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que esta en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”. Vemos tal compañerismo de oración en la iglesia madre de Jerusalén, de cuyos miembros la Biblia nos dice que: “perseveraban en la doctrina de los Apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Cuando Pedro y Juan fueron encarcelados, los creyentes en Jerusalén “alzaron unánimes la voz a Dios” (Hechos 4:24). Las epístolas de San Pablo están llenas de tales oraciones comunes, en las cuales Pablo y sus compañeros oraron por y con los cristianos en las varias congregaciones las cuales Pablo había ligado por el Evangelio, y oraciones las cuales estos cristianos por su parte alzaron por y con el Apóstol y sus colaboradores.
Ahora, ¿Qué quiero notar especialmente después de haber hecho este estudio de las expresiones externas de la fe cristiana? Es esto: que todas estas expresiones externas son manifestaciones de la una y la misma fe, y que como conscientes y pensadas expresiones comunes, todas son manifestaciones de compañerismo en esta fe común. Podemos clasificar estas expresiones del compañerismo cristiano según el reino de actividad en que ocurren; sin embargo, no llegan a ser por eso muchos diferentes tipos de compañerismo cada uno muy diferente de los demás; no es que el compañerismo del púlpito envuelve algo muy diferente del compañerismo de la Santa Comunión, y estos de nuevo algo muy diferente del compañerismo de oración. No es que individuos pueden tratar de ejercer el compañerismo en trabajo eclesiástico común pero no están unidos lo bastante para practicar el compañerismo en la adoración; no es que el compañerismo del púlpito y altar requieren un cierto grado alto de unidad, mientras el compañerismo de oración es posible entre los que están menos unidos; si estas manifestaciones de la fe cristiana que se hacen conscientemente no son puro engaño, entonces, son todas expresiones del uno y el mismo compañerismo de fe. Esto, sin embargo, no es un compañerismo que el hombre ha hecho, sino un don y creación del Espíritu Santo.
A, 6
Podemos clasificar todas estas expresiones de fe que se manifiestan en común de varias maneras según el área particular de actividad en que ocurren, por ejemplo, compañerismo del púlpito, compañerismo del altar, compañerismo en oración, compañerismo en alabanzas, compañerismo en la obra de la iglesia, en misiones, en educación cristiana, en caridad cristiana. Sin embargo, en cuanto son expresiones de fe que se manifiestan en común, son en esencia la misma cosa, y son correctamente cubiertas por una designación común, es decir, compañerismo eclesiástico. El compañerismo eclesiástico entonces debe ser tratado como un concepto unido, que cubre cada expresión, manifestación, y demostración de una fe común que se desarrollan junto con otros. Así las Escrituras pueden dar la amonestación general de que “os apartéis de ellos” cuando el compañerismo eclesiástico debe terminar, Romanos 16:17. Así, las Escrituras ven una expresión del compañerismo eclesiástico en dar la diestra señal de compañerismo, Gálatas 2:9, y en saludarse los unos a los otros con ósculo santo, Romanos 16:16; y por otro lado, muestra en retener el compañerismo eclesiástico puede ser indicado por no extender la bienvenida fraternal a quienes están en error, II Juan 10,11. Cf. III Juan 5-8.
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Esto nos lleva a la segunda parte de la presentación de nuestra iglesia en cuanto a los principios bíblicos del compañerismo eclesiástico. Se marca con B y lee: “Cuáles principios enseñan las Escrituras para el ejercicio de tal compañerismo.”. Esta parte se divide en puntos del 1 a 5
B, 1
Dice: “cuando seleccionamos a individuos o grupos específicos para una expresión común de fe, podemos hacerlo solamente con base en su confesión. Sería confianzudo por parte de nosotros intentar reconocer a cristianos en la fe personal en sus corazones.”. II Timoteo 2:19; Romanos 10:10; I Juan $: 1-3; I Samuel 16:7.
¿Quiénes son aquellos con los cuales Dios quiere que expresemos juntamente nuestra fe? ¿Con quienes quiere que participemos en una oración común? ¿Con quienes vamos a comulgar en la mesa del Señor? ¿Con quienes vamos a unirnos para extender el Evangelio entre los hombres? La discusión anterior bajo el punto A sí nos dio una respuesta obvia a todas estas preguntas, es decir, la respuesta: Con cristianos. Todas estas actividades son expresiones de la fe cristiana, y solamente con cristianos somos unidos en una fe común. Sin embargo esta respuesta no contesta finalmente nuestra pregunta. Solamente inicia otra pregunta. ¿A quienes podemos seleccionar y reconocer como hermanos cristianos? La fe es un asunto del corazón y así es algo que solamente Dios puede reconocer: “Conoce el Señor a los que son suyos” (II Timoteo 2:19). Puesto que es el Señor que ha puesto Su corazón sobre Sus creyentes y así los ha hecho suyos, y puesto que es Él que también los guarda como los suyos, realmente Él sólo sabe quienes son los suyos, los miembros de su iglesia. Seria presuntuoso por parte de nosotros tratar de reconocer a los cristianos a base de la fe personal en sus corazones; “El hombre mira lo que esta delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (I Samuel 16:7). Ya que no podemos indagar el corazón, Dios quiere que tratemos con los hombres a base de la confesión que hacen en cuanto a la actitud de su corazón. Pablo dice en Romanos 10:10: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Debemos aceptar cada confesión de fe como una expresión de la actitud real del corazón. Si una contradicción aparece entre la confesión de la boca y la confesión, aceptamos la confesión de las acciones en preferencia a la de la boca, ya que estas acciones hablan con voz más alta que las palabras.
San Juan escribe (I Juan 4:1-3): “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que confiesa que Jesucristo no ha venido en carne, no es de Dios". Aquí el Apóstol les pide a los cristianos que lean, y eso incluye a nosotros, que disciernan y reconozcan el espíritu que esta en un hombre a base de su confesión. Las Escrituras, por su puesto, nos dicen que habrá hipócritas, que la verdadera actitud del corazón no siempre corresponderá a la confesión que los hombres hacen. Pero eso esta fuera de nuestra responsabilidad. Dios en su propio tiempo tratará con los hipócritas.
Pero ¿qué tipo de confesión estamos buscando para reconocer a alguien como hermano cristiano para una expresión común de fe, para una practica del compañerismo eclesiástico? Esta presentación contesta esta pregunta bajo
B, 2
B, 2 dice: “Una confesión cristiana de fe es en principio siempre una confesión a la Palabra entera de Dios. Negando, cambiando o suprimiendo cualquier Palabra de Dios no viene de fe sino de incredulidad”. En Juan 8:31 Jesús dice: “Si vosotros permaneciereis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”; también en su gran comisión para hacer discípulos a todas las naciones nos manda a enseñarles que guarden todas las cosas que nos ha mandado; por otro lado, diligentemente prohibe a sus discípulos que añadan o quiten de su Palabra, Mateo 5:19: “Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.” En I Pedro 4:11 se dice a los cristianos: “Si alguno habla, hable conforme a las Palabras de Dios” En Jeremías 23:28-31 oímos: “El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi Palabra verdadera... He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: Él ha dicho.” En Deut. 4:2 oímos muy claramente: “No añadiréis a la Palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardes los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.” Tenemos también una declaración similar el libro final del Nuevo Testamento, Apoc. 22:1,19: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” Por esto el punto B, 2 de esta presentación sigue diciendo: “Reconocemos como hermanos cristianos a los que profesan fe en Cristo como su salvador y con esta profesión abrazan y aceptan su Palabra entera.” Esto no es un pensamiento nuevo en nuestra iglesia. “Nadie tiene el privilegio, y a nadie puede ser concedido el privilegio, de creer y enseñar contrario a lo que Dios ha revelado en su Palabra, no importa si pertenece a artículos fundamentales de fe que son primarios o secundarios, a doctrinas que son fundamentales o que no son fundamentales, a asuntos de fe o de practica, a cosas históricas u otros asuntos sujetos a la luz de la razón, a asuntos importantes o que parecen no importantes”. (2)
Sin embargo, para entender correctamente lo que se acaba de decir en cuanto a una confesión cristiana verdadera de fe como la base y requisito previo para el compañerismo cristiano, tenemos que distinguir con las Escrituras entre uno que adhiere a doctrinas falsas y un hermano débil. Por eso en B, 3 de esta presentación sigue diciendo:
B, 3
“En realidad, sin embargo, la fe de cristianos y las manifestaciones de esa fe son marcadas por muchas imperfecciones, sea en el entendimiento de las verdades de las Escrituras, o en el asunto de usar estas verdades en las vidas como deben ser usadas. Todos somos débiles en una manera u otra.” Debilidad de una clase u otra es muy común entre cristianos. San Pablo también dice de sí mismo: “No que lo haya alcanzado ya, ni que sea perfecto; si no que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” Debilidad en entender las verdades de Dios y en usar estas verdades plenamente en sus vidas cristianas se supone en la oración de Pablo para los Efesios en el capitulo 3:16-18 donde ora que crezcan en la sabiduría y entendimiento cristiano y que lleguen a ser más arraigados y cimentados en amor. La misma presuposición de debilidad entre cristianos causa la amonestación apostólica en I Tes. 5:14: “Que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco animo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.” Pablo muestra que es el propósito mismo de los dones los cuales el Señor da a su iglesia que por medio de la ministración de su Palabra las muchas debilidades que socavan la unidad bendita de la iglesia puedan ser vencidas, Efesios 4:1-16. Por medio de la Palabra la iglesia ha de ser edificada “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.” Hebreos 5:12 habla de cristianos los cuales tienen que ser enseñados primero con la leche de la Palabra de Dios y no están listos todavía para el alimento sólido de la verdad de Dios. Todo esto presupone que habrá mucha debilidad de fe y entendimiento cristiano en la iglesia. Por la justicia imputada de Cristo sus creyentes son todos verdaderamente perfectos delante de Dios. Sin embargo, en su vida la Iglesia de Cristo aquí en la tierra es a la vez una congregación de convalecientes, bajo el cuidado constante de su Medico celestial. “La iglesia militante verdaderamente tiene que luchar por una unidad absoluta de fe y doctrina, pero nunca va a lograr un grado más alto de unidad que una unidad fundamental.” (3). Del hecho que la iglesia militante no puede lograr un grado de unidad más alto que una unidad fundamental, no sigue que algún error contra la Palabra de Dios puede ser concedido en derechos iguales con la verdad en la iglesia, tampoco que esto puede ser tolerado. Pero en vista de lo que las Escrituras sí dicen en cuanto a la debilidad de fe en todos los miembros de la iglesia, esta presentación muy correctamente dice en B, 4:
B, 4
Debilidad de fe en si misma no es una razón para terminar el compañerismo eclesiástico, sino es un incentivo de practicarlo con vigor para ayudarse el uno al otro en vencer nuestras debilidades. En precepto y ejemplo las Escrituras abundan con exhortaciones a pagar toda nuestra deuda de amor para con los que son débiles. Esto, entonces, se explica bajo 4 subpuntos, a-d. El punto A llama la atención a las exhortaciones generales como Galatas 6: 1-3: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no seas que tu también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”. Las otras exhortaciones generales son las exhortaciones conocidas en Efesios 4:1-16 y Mateo 18:15-17.
4,b
En este punto se registra “debilidad en confiar firmemente en las promesas de Dios,” y entonces cita especialmente Mateo 6:25-34: En los Evangelios frecuentemente oímos a Jesús advirtiendo y regañando a sus discípulos por ser de “poca fe”. Ellos muchas veces tenían preocupaciones y angustias en cuanto a sus necesidades terrenales. En el medio de una tormenta en el mar casi se desesperan. Su debilidad de fe consistió en esto, que mostraron una falta de confianza en el cuidado misericordioso y providente de Dios. Sin embargo, no fue que en principio negaron el cuidado paternal de Dios. No fue que rechazaron el testimonio del Salvador de que por Él ellos tenían acceso completo al amor paternal de Dios. Su debilidad mejor consistió en esto que todavía no fueron capaces de vivir completamente según estas verdades. La mano de fe con la cual ellos abrazaron todavía fue débil. Nosotros todos entendemos esta debilidad, porque si fuéramos completamente libres de ella no seriamos molestados con ninguna preocupación. Tal debilidad de fe no prohibe expresiones del compañerismo cristiano; mejor dicho, tal debilidad demanda tales expresiones. Consideren como Jesús trato con sus discípulos cuando síntomas de su poca fe se mostraron; les regaño y los culpo por tener mentes de los gentiles; pero también les instruyo con toda paciencia y sensibilidad. En sus preocupaciones y angustias Él elevó sus corazones dándoles cuenta de la providencia de Dios en la naturaleza y entonces recordándoles que ellos valían más que las aves del cielo y los lirios del campo a los ojos de Dios. En su miedo durante la tempestad en el mar Jesús les recordó de la experiencia rica en su amor y poder que ellos habían estado disfrutando, que no dejaba ningún lugar para el miedo. Entonces les concedió una manifestación nueva de su gracia y poder al reprender a los vientos y al mar delante de sus ojos. Al Señor no le agrada ver nuestra fe débil. Porque una fe débil esta en peligro constante y perder las bendiciones ricas que todavía disfruta. Sin embargo, el Señor reconoce también a los que tienen una fe débil como sus creyentes; y nosotros vamos a quererlo hacer también. Con Él no debemos quebrar la caña cascada, ni apagar el pabilo que humeare, sino tratar con amor de restaurarlos a una fe fuerte. Los hermanos débiles se distinguen de los incrédulos y de los que se burlan en su buena gana de recibir ayuda e instrucción espiritual. Su actitud será la actitud del padre del muchacho endemoniado en el Evangelio de Marcos 9:24, quien oró: “Creo, ayuda mi incredulidad”.
4, c
4, c muestra otro tipo de debilidad en cristianos que no tienen que ser una razón para terminar el compañerismo: “Debilidad en cuanto adiáfora en disfrutar completamente la libertad con que Cristo nos ha hecho libres.” Romanos 14 y I Corintios 8 y 9 tratan este tipo de debilidad que perteneció al uso de adiáfora, cosas que ni son mandadas ni prohibidas en la Palabra de Dios. Pero no en el sentido de que el hermano débil no sabia ni entendía las verdades pertinentes. El problema mayor se encontraba en esto, que la consciencia del hermano débil todavía no había subido al nivel de su entendimiento. Esto le impedía disfrutar, a su amplitud más plena, la libertad con la cual Cristo nos ha hecho libres.
En Roma fue particularmente un asunto de comer carne. Los que no tuvieron ningún escrúpulo en cuanto a comer carne y también los que todavía internamente estaban perturbados sobre eso, estaban sinceramente dedicados en fe a su salvador. También tenían esto en común, que se daban cuenta de que en cuanto a su relación con Cristo y el placer de su salvación todas las comidas eran iguales. Sin embargo, Roma pagana fue notoria por su glotonería, y los cristianos nuevamente convertidos muy propiamente pensaban en tales excesos como aborrecibles. Como un resultado alguno de los cristianos todavía se sentían perturbados internamente cuando participaron de la misma comida con que estos excesos fueron practicados. Pablo advierte a tal hermano débil que no juzgue a los que comían carne sin ningún escrúpulo. Porque si él impusiera su modo de vivir sobre otros, demandándolo y requiriéndolo, cesaría ser un hermano débil; estaría en el camino de llegar a ser un cismático y un herético. A la misma vez el Apóstol exhorta a los hermanos cuya consciencia fue librada de tales escrúpulos no necesarios: “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” (Romanos 14:1). Cualquier mala gana de tratarlo como un hermano seria igual a despreciarlo, querría decir rehusar recibirlo y ayudarlo en amor. En verdadero amor fraternal para con el hermano débil debían darse cuenta de que no podían servirlo con disputas sobre opiniones, con argumentos altaneros, con instrucción condescendiente. Lo que necesitaba era ser animado de nuevo con la libertad gloriosa con que Cristo nos ha hecho libres para que pudiera entender sus plenas implicaciones y vencer su inquietud interna. Entretanto debían tener mucho cuidado en su propio uso de esta libertad para que por sus acciones el hermano débil no estuviera debilitado en su fe o estuviera tentado a hacer algo sobre aquello que su consciencia todavía no estaba libre.
San Pablo sintió una necesidad de acentuar particularmente este ultimo punto en una situación similar en Corinto. Aquí una debilidad espiritual sucedió en conexión con el comer comida que había sido usada en sacrificios a ídolos y que fue consumida en fiestas publicas o vendida en el mercado. Por medio del Evangelio todos los cristianos de Corinto habían llegado a una fe bendita en el único verdadero Dios y en su gracia en Cristo Jesús. En esta fe todos sabían que los ídolos paganos realmente no existían y no querían tener ninguna parte mas en la adoración según estas vanidades. Sin embargo, a pesar de este conocimiento algunos todavía estaban débiles en este sentido; respecto a utilizar la comida que había sido sacrificada a tales ídolos no podían perder el sentimiento de que esta carne estuviera en alguna manera contaminada por su conexión con las partes actualmente sacrificadas en la adoración de los ídolos. También ellos necesitaban amor paciente hasta que el Evangelio les disolviera esta inquietud. San Pablo diligentemente advirtió a sus hermanos a que no impidieran esto por un uso desconsiderado de su libertad. Seria un abuso vergonzoso de su libertad cristiana, si al comer tal carne, aunque no molestos en su propia consciencia, indujeran al hermano débil comerla con una consciencia que si le molestaba, así perturbando su vinculo con su Salvador. Para que aprendiera el verdadero amor fraternal por su propio ejemplo, Pablo entonces mostró como él, siendo libre de todos los hombres, se hizo a sí mismo un sirviente de todos para poder ganar más. Dice por ejemplo: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.”
Estas palabras han sido mal entendidas y de ellas se ha abusado mucho. Hecho de todo a todos no quiere decir tomar libertades con la Palabra de Dios, adaptándola a lo que los hombres están listos para oír, quitando algunas de las cosas desagradables de la ley, haciendo el Evangelio menos ofensivo a ellos, o en general haciendo ciertos compromisos y concesiones en cuanto a puntos individuales del mensaje de Dios. No es para nosotros tratar de hacer la Palabra de Dios mejor para tener un mensaje eficaz para nuestro día. Pablo no quiere decir que él ha aparentado ser débil o ha actuado como uno que fue débil, sino que se puso a sí mismo en la posición de los débiles; realmente hizo los problemas de ellos como sus problemas y peleo sus batallas en su propio corazón. En esta manera Pablo cultivo la habilidad de tratar con los débiles en su propio nivel y así ganarlos. En Galatas 6:2 usa la figura de ponerse a sí mismo bajo la carga del otro, exhortando: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Es en esta manera que hemos de llegar hechos de todo a todos para que de todos modos sean salvos algunos. Es en esta manera que el Señor quiere que todos nosotros paguemos nuestra deuda de amor a los débiles.
Antes de terminar esta consideración de este tipo de debilidad que no tiene que terminar el compañerismo, todavía quiero notar un punto muy importante. En Roma y también en Corinto San Pablo claramente establece cuales cristianos estaban en la posición fuerte y cuales en la posición débil. Vemos esto de Romanos 14: 17-23 y I Corintios 6:12; 10: 23-25. Solamente así pudo Pablo pagar su deuda de amor a los que estaban envueltos en esta debilidad particular entre el compañerismo cristiano. Si hemos de pagar nuestra deuda de amor a los que son débiles con referencia a adiáfora entre nuestro compañerismo cristiano, también tiene que ser establecido claramente quien esta en la posición de los débiles y quien esta en la posición de los fuertes. Seria una situación imposible si cada grupo se considerara así mismo estar en la posición de los fuertes en la fe y a los demás en la posición de los débiles. Eso conduciría a confusión. Por eso 4, c de esta presentación incluye la declaración significante: No obstante, la confesión publica de cualquier iglesia tiene que establecer a base de las Escrituras, cuales cosas son adiáfora para que pueda ser evidente quienes son los débiles y quienes son los fuertes.
4, d
4, d da un tipo final de debilidad en cristianos la cual el amor fraternal buscará vencer primero. El punto lee: Debilidad en entender la verdad de Dios, y la participación en error. Hechos 1:6; Galatas (el error del judaísmo); Colosenses (el error judeo-nogstico); I Corintios 15; I Tes. 4:10-12,14; II Tes. 3:6,14,15; Hechos15: 5,6,22,25. Nótese como en todos esto a casos Pablo con paciencia edifico la fe débil de estos cristianos con el Evangelio para darles fuerza para vencer el error que les había afectado.
Hechos 1:6. Aún en el día en que Jesús ascendió a los cielos los Apóstoles todavía mostraron una ignorancia terrible en cuanto a la naturaleza del reino de Cristo, cuando preguntaron: “Señor, ¿restauraras el reino de Israel en este tiempo?” En amor paciente Jesús les corrigió, les instruyó, y les fortaleció como discípulos débiles. En su nombre nosotros hemos de tratar en una manera similar con todos los que en su buena gana de recibir corrección e instrucción podemos considerar como hermanos débiles. Es particularmente por el Apóstol Pablo que el Señor nos guía a hacer esto.
Galatas (el error de los judaisantes). Las congregaciones de los Galatas que Pablo había fundado fueron molestadas por ciertos judaisantes, los cuales enseñaron que para disfrutar la salvación ganada para ellos por Cristo, ellos como creyentes todavía necesitaban someterse a la circuncisión y observar las fiestas mosaicas. El corazón mismo del Evangelio estaba en gran peligro; el error no fue rechazado propiamente por los cristianos de Galacia; muchos fueron engañados y confundidos por las palabras atractivas de estos judaisantes. Sin embargo notamos que Pablo no rompió inmediatamente las relaciones fraternales con ellos; es verdad que hablo fuertemente contra los seductores, un asunto que tendré razón de tratar mas tarde; sin embargo, todavía trato a los Galatas débiles como hermanos, hermanos débiles, pero de todos modos como hermanos. Muchas veces se les dirigió a ellos con este nombre en el curso de su epístola. Todavía hablo a este grupo de congregaciones como iglesias y así les aseguro que todas las cosas gloriosas que se encuentran en ese nombre todavía aplican también a ellos.
Colosenses (el error judaico-gnostico). Pablo trato en una manera similar con los cristianos en Colosas, los cuales habían sido molestados por un error peculiar, en parte judaico, y en parte gnóstico. Cuando vino en su ayuda al escribir una epístola a ellos, todavía les hablo como santos y hermanos fieles en Cristo. En ambos casos escribió una epístola entera a estos hermanos los cuales fueron débiles en doctrina. En vez de aislar su error y refutarlo directamente con varios argumentos, que le pudo haber envuelto en disputas dudosas, Pablo con mucho cuidado edifico la fe débil de estos cristianos en Cristo, su único y todo suficiente Salvador, mostrándoles que su error chocaba con el lugar de Cristo en el plan de Dios de salvación, y así les dio fuerza y entendimiento para vencer el error que les había afectado.
En otros dos casos el Apóstol Pablo dedico un capitulo individual al error que estaba molestando a los hermanos débiles. I Corintios 15: en Corinto la filosofía corriente epicúrea había molestado a algunos de los corintios, creando dudas en cuanto a la resurrección de los muertos. Pablo les mostró la importancia de la resurrección, mostrándoles que negando una resurrección de los creyentes seria la misma cosa que negar la resurrección de Cristo. Explico lo que se puede saber en cuanto a la resurrección, pero los instruyo como hermanos, llamándolos así tres veces en el capitulo. Cuando los que han sido nuestros hermanos muestran una falta de entendimiento cristiano o llegan a ser enredados en el error, nosotros también hemos de tratarlos como hermanos débiles por tanto tiempo que todavía tenemos razón de asumir que están listos a recibir corrección e instrucción. Haremos cada esfuerzo para edificarles en su fe para que puedan vencer su error. En la misma manera el Señor quiere que tratemos con los hermanos que se han desviado de la vida cristiana. En primer lugar hemos de tratar con ellos como hermanos débiles. Jesús dice: “por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tu y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” (Mateo 18:15). El Apóstol Pablo escribe: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado.” (Galatas 6:1).
I Tesalonicenses 4, especialmente 10 a 12; 5:14. En Tesalonica muchos no entendían bien la doctrina en cuanto a la segunda venida de Cristo para el juicio, su gloriosa aparición, que ellos asumieron estaba muy cerca. El Apóstol les fortifico al exhortarles, que en vez de ponerse excitados en cuanto a la proximidad de la venida de Cristo, debían mejor guardarse contra la apostasía terrible que Satanás causaría por la venida del Anticristo, el cual sería el juicio de Dios sobre los cristianos en su apatía para con la verdad salvadora del Evangelio. Entonces les dio consuelo y les fortifico mostrándoles su elección. Todavía oro por ellos y les pidió orar por él y sus colaboradores.
II Tesalonicenses 3:6, 14,15. De II Tes. Vemos cuan lejos Pablo estaba listo a ir en sus esfuerzos pacientes de vencer una participación en error y practica falsa. A pesar de la instrucción y amonestación de Pablo algunos de los miembros de esta iglesia no dejaron sus opiniones falsas en cuanto a la proximidad de la venida de Cristo para hacer el juicio y sus acciones empezaron a ponerse conforme a sus posiciones falsas dejando así de trabajar. Noten que Pablo no lo considera un punto menor de doctrina y vida. Cuando Pablo envío su primera epístola a los Tesalonicenses estas acciones desordenadas ya habían comenzado, y por eso escribió: “Os rogamos hermanos... que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.” (I Tes. 4:10-12). También insto: “Os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos...” No obstante, estos entremetidos no habían tomado a pecho la instrucción y amonestación de Pablo, y la conducta desordenada se había extendido. En su segunda epístola, entonces, Pablo fue constreñido a escribir: “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros,” (3:6) y además: Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ese señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano” (v 14,15). Aun ahora Pablo no recomienda una separación completa de las relaciones del compañerismo. Todavía esta listo a creer que los que han hecho ofensa no son endurecidos en su camino, porque tiene esperanza de que puedan llegar a tener vergüenza penitente cuando se den cuenta de cuan seria sus hermanos consideran su conducta desordenada. Pero su compañerismo ha de ser restringido ahora; la amonestación fraternal final ha de ser ha de ser por medio del acto de retirarse de estos ofensores, por medio del acto de no ser identificados mas con ellos en la vista de otros. Tal retirada tiene el propósito de hacer dudosa su posición como hermanos, para que se den cuenta de que si persisten, la congregación será obligada a separarse completamente de ellos, no considerándolos mas como hermanos cristianos. Tenemos que tener en cuenta que en estos pasajes de Tesalonicenses no tenemos una exhortación general sino un consejo practico para tratar un caso disciplinario muy especifico. Naturalmente, nos da una guía para tratar casos similares; pero no todos los casos pueden ser tratados exactamente de la misma manera.
TESIS II
El error de un miembro individual de la iglesia aun contra una Palabra clara de Dios no incluye inmediatamente perdida actual del compañerismo eclesiástico, ni de la asociación de hermanos y colegas.
TESIS III
Aun si un error publico contra la Palabra de Dios ha infectado un cuerpo eclesiástico entero, esto en sí mismo no hace ese cuerpo eclesiástico una iglesia falsa, un cuerpo con el cual un cristiano ortodoxo o la iglesia ortodoxa tendría que romper bruscamente las relaciones.
TESIS IV
Un cristiano puede ser tan débil en su entendimiento que no puede entender, aun en un caso de un articulo fundamental de segundo orden, que un error que el mismo tiene es contrario a las Escrituras. A causa de su ignorancia puede también seguir en su error, sin así hacerlo necesario para la iglesia ortodoxa excluirlo.
TESIS V
La iglesia tiene que hacer algo contra cualquier desviación de la doctrina de la Palabra de Dios, no importa si esto se hace por maestros o por laicos, por individuos o por cuerpos eclesiásticos enteros.
Pero al darnos cuenta que no estamos tratando mas con hermanos débiles, nos conduce a nuestra consideración final en la explicación de los principios bíblicos en cuanto al compañerismo eclesiástico, es decir, punto b, 5.
B, 5
Una adhesión persistente a doctrina y practica falsa requiere la terminación del compañerismo eclesiástico. Este punto B, 5 es subdividido en a, b y c.
Punto 5, a lee: No podemos continuar en el reconocer y tratar a alguien como un hermano cristiano quien a pesar de toda la amonestación cristiana adhiere a un pecado sin arrepentimiento. Su y nuestro mismo bienestar espiritual requiere la terminación del compañerismo eclesiástico. Mateo 18:17 y I Corintios 5:1-5. (Excomunión)
En mateo 18 el Señor Jesús muy claramente nos enseña que no podemos tratando a alguien como un hermano quien a pesar de amonestación fraternal diligente se adhiere a un pecado. Ya hemos oído lo que el Señor quiere que hagamos cuando un hermano cae en un pecado. El que es un testigo de su pecado va a querer hacer algo inmediatamente para salvarlo. Si su amonestación fraternal queda sin éxito, el señor quiere que le pida ayuda a uno o a dos hermanos. Aun si no pueden ganar al hermano no desesperaran todavía en su amor y esfuerzo fraternal. El Señor les pide decirlo a la iglesia, la compañía entera de creyentes con los cuales el hermano en error a estado asociado, haciéndolo en la esperanza de que por medio del testimonio unánime de sus compañeros cristianos su corazón pueda ser ganado al arrepentimiento. Pero si rechaza también la Palabra de Dios que ellos le han traído, con su acción se ha puesto así mismo fuera de la iglesia de Cristo. Hay que decirle que sé a manifestado como un gentil y publicano, y que ha roto el vinculo que le unió con Cristo y su cuerpo espiritual de creyentes. Ninguna expresión mas de compañerismo es posible. Esta declaración de juicio es en si misma una acción de amor, la única acción de amor todavía posible bajo las circunstancias. El propósito es darle al pecador un choque para que sé de cuenta de lo que su impenitencia envuelve.
I Corintios 5:1-6: Las epístolas de Pablo a los corintios nos dan una ilustración de tal efecto. Un miembro de esta congregación estaba viviendo en un pecado de incesto, un pecado ofensivo aun a los paganos. La cosa triste aquí fue que los miembros de la congregación eran tolerantes e indiferentes sobre esto. Habían fallado en el funcionamiento como hermanos verdaderos. Ya que este pecador ahora persistía en su pecado, fomentado por su negligencia, la única cosa que los Corintios podían hacer ahora era entregarle a Satanás. Pablo lo instó, casi formulando la resolución de excomunión para ellos, para que el viejo adán de este hombre fuera crucificado y su espíritu salvado, si fuera posible, en el día del Señor Jesús. También su propio bienestar espiritual demando tal acción. Pablo advirtió: “¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” (v.6). En su segunda epístola Pablo puede aludir al resultado alegre. La congregación había tomado a pecho la reprensión del Apóstol y había tratado según su instrucción. Como un resultado, el pecador se había arrepentido, y Pablo ahora podía instar a los Corintios a recibirlo de nuevo como hermano.
Con igual claridad el Señor nos dice también en su Palabra que no podemos reconocerlos mas ni tratarlos como hermanos a los que a pesar de amonestación diligente adhieren con persistencia a un error en doctrina, y demandan reconocimiento y tolerancia para su error y hacen propaganda para ello. Cualquier expresión del compañerismo cristiano con ellos es imposible.
5, b: no podemos continuar reconociendo y tratar como hermanos cristianos a los que a pesar de amonestación paciente se adhieren persistentemente a un error en doctrina o practica, demandan reconocimiento para su error; Y hacen propaganda para ese error. Gal. 1:8-9; Mateo 7:15-19; 16:6; II Tim. 2:17-19; II Juan 9-11; Romanos 16: 17-18. Si el error no derroca el fundamento de la fe salvadora, la terminación del compañerismo no debe ser interpretada como una excomunión, además, una excomunión solo puede aplicarse a un individuo, no a una congregación o a un grupo más grande de la iglesia.
Galatas 1:8-9: Lo que se requiere en cuanto a quienes están en error persistentemente se nos muestra muy claramente en el tratamiento de Pablo a los judaizantes los cuales habían venido a las congregaciones en Galacia. Ya se ha mostrado que estos hombres que para disfrutar la salvación ganada por Cristo los creyentes todavía necesitaban ser circuncidados y observar las fiestas mosaicas.
En Hechos 15 oímos como Pablo tuvo que encararse con este error y oponerse cuando ciertos hombres de Judea vinieron a Antioquía en Siria y molestaron la iglesia allí con ese error. Como un resultado la congregación de Antioquía envío a Pablo y a Bernabé para discutir este error con los Apóstoles y ancianos en Jerusalén. Se nos dice que cuando este concilio se reunió en el medio de la congregación de Jerusalén, ciertos hombres de la secta de los fariseos que creyeron, abiertamente dieron su opinión en cuanto a cristianos gentiles que “es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés” (v.5). Noten que San Lucas habla de estos fariseos como hombres creyentes. ¿Se retiraron los Apóstoles y el resto de la iglesia de ellos inmediatamente cuando dijeron este error? No, se nos dice que los Apóstoles y ancianos se reunieron para considerar el asunto. El resultado fue que después de una discusión franca con base en la Palabra de Dios esta idea errónea fue unánimemente rechazada por todos los presentes, incluyendo a los que antes tenían este error ya que todavía no habían tirado fuera todas sus nociones anteriores farisaicas. Pero no persistieron en su error cuando fueron corregidos por la Palabra de Dios, y así el compañerismo no fue roto.
Fue diferente con los que vinieron a las congregaciones de Galacia que persistieron en su error. Los Apóstoles todavía trataron a los Galatas, que fueron molestados y engañados por sus enseñanzas falsas, como hermanos débiles, buscando edificarlos de nuevo en su fe para que pudieran vencer el error que le había afectado. Pero a los judaizantes que a propósito se opusieron a su Evangelio Pablo les dio un tratamiento muy diferente. En términos fuertes rechazo cualquier conexión con ellos, diciendo en Galatas 18:9: “Si alguno os predica diferente Evangelio del que habéis recibido, sea anatema.” Y también, en 5:12: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!” La idea de practicar el compañerismo cristiano con ellos fue imposible. En esto Pablo solamente estaba siguiendo los pasos de Cristo su Señor.
Mateo 7:15-19: Jesús abiertamente denuncio y se opuso a los fariseos que les enseñaban a los hombres a buscar el favor de Dios por confiar en sus propias obras. También testifico contra los Saduceos, los cuales negaban la resurrección y la existencia de los ángeles. Muy diligentemente el Señor les advirtió a sus discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.” También en una manera muy general Jesús insto: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (7:15). Falsos profetas son los que en su enseñanza se desvían de la Palabra de Dios, demandan reconocimiento para sus errores, buscan extenderlos y ganan adeptos para ellos. Como el caso de la iglesia papista. Vienen a nosotros; no son enviados por Dios, porque es el deseo de Dios que solamente su Palabra pura sea proclamada a nosotros. Bastantes veces ellos mismos son engañados por sus propios vestidos de ovejas. No obstante, son en realidad “lobos rapaces.” Son lobos no importa si son conscientes de sus enseñanzas falsas o no. Amenazan al rebaño de Cristo, sus creyentes, con daño y destrucción. Jesús quiere que sepamos que no es una cosa pequeña e innocua desviarse de su Palabra. Doctrina falsa socava, prorrumpe en llanto, y destruye la vida espiritual. Que el Señor en su gracia muchas veces lo impide de llegar a ser fatal, aun en los falsos profetas mismos, eso es gracia común, es fuera del punto. En su amor como salvador el Señor esta buscando preservar su preciosa Palabra para nosotros y otros, sus elegidos, su Palabra que Él nos ha dado como el pan de vida, por el cual solo la fe es creada, alimentada y preservada hasta la vida eterna. Adulterar la Palabra por omitir algo, cambiar algo, añadir algo o comprometer cualquier parte de ella, es peligroso para la fe. Por eso, el salvador nos pide que nos guardemos de los falsos profetas, nos pide detectarlos, reconocerlos como los enemigos de nuestra fe que son, y no tener compañerismo con ellos, para que no suframos ningún daño espiritual por su actividad destructora. Si su mensaje falso es original, o si están propagando el error de otro no hace mucha diferencia mientras tanto ellos lo creen y persisten en extenderlo.
Romanos 16:17-18: Estamos todos familiarizados con la exhortación general que el Apóstol Pablo da en el capitulo final de Romanos: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.” Noten el prefacio solemne “mas os ruego, hermanos,” conque Pablo introduce la suplica que los cristianos Romanos se fijen en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que les había sido enseñada. Habían sido instruidos propiamente en la verdad cristiana; habían sido enseñados de nuevo por Pablo en esta epístola misma escrita para ellos, en la que él había presentado una discusión muy completa de toda la doctrina cristiana; así ellos eran muy capaces de discernir sobre cualquier persona que se desviaba de la doctrina que ellos habían aprendido; Pablo les insto muy diligentemente a hacerlo. Tampoco aquí esta Pablo pensando en alguien que puede casualmente hacer una falsa declaración doctrinal. No, tenia a tales en mente, a los que adhieren a su error y causan divisiones. Usa un participio presente para destacar el hecho que es algo que ellos practican habitualmente. Han de apartarse de estos, y eso quiere decir cesar todo compañerismo cristiano con ellos. Que no quiere decir contacto social o cualquier otro contacto ordinario de la vida, debe ser evidente de lo que les dijo a los Corintios cuando ellos mal entendieron su exhortación que no tuvieran compañía con los que cometen fornicación. En I Corintios 5:9-11 Pablo escribió: “ No absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idolatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo.” No, Pablo cuando habla de apartarse de los que persisten en error, quiere decir cualquier contacto que sería un reconocimiento y expresión del compañerismo.
Los que están de acuerdo con nuestra aplicación de esta exhortación inspirada a todos los que persistentemente se desvían de cualquier enseñanza de la Palabra de Dios a veces se quejan que nosotros acentuamos este versículo 17 de Romanos 16 pero fallamos de hacer justicia del versículo siguiente que dice: “Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.” Al aplicar el versículo 17 a todos los persistentes en el error, no tenemos la intención de pasar por alto este siguiente versículo. Pero si voy a decir, sin embargo, que no nos da una descripción por la cual la amonestación de Pablo de fijarse y apartarse se restringe solamente a una cierta clase de los que causan divisiones y ofensas en contra de la doctrina verdadera. No sirve el propósito de decirnos en cuales debemos fijarnos ni de cuales debemos separarnos. Pone delante de nosotros el juicio propio de Dios sobre todos aquellos de los cuales quiere que nos separemos, es decir todos los que persisten en el error. Dios quiere que sepamos que en el asunto de adherirse a un error y extenderlo están recibiendo ordenes de su propio corazón, de sus propios deseos, eso es lo que “vientre” quiere decir aquí, en vez de servir al Señor Jesús, estén plenamente conscientes de esto o no. No podemos tener compañerismo con ellos como si tuviéramos una causa común. Todos los que siguen a quien persiste en el error y hacen de la confesión de él su propia confesión, están ayudando en extenderla. Ellos también están haciendo imposible para nosotros el reconocerlos como hermanos cristianos.
II Juan 9:11: San Juan el apóstol del amor fraternal, da el mismo consejo e instrucción en su inspirada epístola. Juan dice: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese si tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice ¡Bienvenido! Participa en sus malas obras.”
Esta exhortación de San Juan, en vez de ser una exhortación general, fue hecha necesaria por una clase persistentes en error muy especifica. Aparentemente fueron los mismos mencionados en la primera epístola de San Juan 4:1-3, seguidores de Cerinto, quien enseñaba que Jesús fue el hijo natural de José y María, y que el eterno Cristo había descendido sobre Jesús en su bautismo pero le dejo antes de su gran pasión. Pero esta negación de la encarnación de Cristo envolvió también el propósito de gracia, el bendito fruto, el resultado glorioso de la entrada de Cristo en la carne. Los persistentes en el error específicamente implicados, entonces, derribaban el fundamento de la fe cristiana. Por eso Juan dice de tal persistente en error que “no tiene a Dios.”
Sin embargo, no hay nada para indicar que el retenimiento de compañerismo que San Juan exhorta ha de ser restringido al tipo de persistencia del cual por casualidad tenia una ocasión especial para hablar. La razón aducida para retener tal compañerismo, “porque el que dice: ¡Bienvenido! Participa en sus malas obras,” se aplicaría igualmente bien a cualquier persistente en error. Cf. I Timoteo 5:22.
Cuando San Juan advierte contra recibir a tal hombre en la casa y contra el decirle ¡Bienvenido! No tiene en mente una recepción ordinaria ni un saludo civil, como propiamente les damos a todos, sino una recepción y saludo que seria entendido como un reconocimiento de él como un hermano cristiano, en otras palabras, como una expresión del compañerismo eclesiástico. Otra vez recordamos que el compañerismo eclesiástico es un concepto unitario o de unidad. Sus plenas implicaciones son envueltas aun cuando esta siendo expresado con un saludo y con una recepción en la casa.
II Timoteo 2:17-19: “Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectúo, y trastornan la fe de algunos. Pero el fundamento de Dios esta firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.”
Pablo dice de la enseñanza de Himeneo y Fileto, “ Su palabra carcomerá como gangrena.” Tolerando a los persistentes en error en un “ecumenismo” nos envuelve en el peligro de perder la Palabra de Dios completamente. Al mandarnos retener el compañerismo a los adeptos a doctrina falsa, el Señor esta buscando preservar su preciosa Palabra para nosotros y otros, sus elegidos, su Palabra que Él nos ha dado como el pan de vida, por medio del cual solo la fe es creada, alimentada y preservada hasta la vida eterna.
Que también nuestros padres reformadores “Lutero, Calvino” vieron claramente lo que Dios nos pide con respecto a los que persisten en error es evidente en las confesiones de fe.
TESIS VI
Tales miembros que voluntariamente persisten en desviarse de la Palabra de Dios, no importa que cuestión envuelve, tienen que ser excluidos.
TESIS VII
Del hecho de que la iglesia militante no puede lograr un grado de unidad mas alto que una unidad fundamental, no sigue que algún error contra la Palabra de Dios pueda ser concedido derechos iguales a la verdad en la iglesia, tampoco que esto pueda ser tolerado.
5, c
Los que practican el compañerismo eclesiástico con los persistentes en error son participantes de sus hechos malos. II Juan 11. Juan dice, “Porque el que le dice ¡Bienvenido! Participa en sus malas obras.” En más que en una manera el que tiene compañerismo con un adepto a doctrinas falsas participará en sus malas obras. Peca contra Dios, siendo indiferente a su Palabra. Peca contra la iglesia, porque da ofensa a sus miembros al conducirlos a creer que una doctrina es tan buena como otra, así haciéndoles indiferentes. Peca contra los maestros falsos al fortalecerlos en sus convencimientos de que poseen la verdad, en vez de ayudarles a testificar contra su error en toda mansedumbre. Peca contra su propia alma, porque se expone así mismo a la influencia de error que corrompe, que nunca se queda como es, sino siempre se extiende.
Con base en todos estos puntos, esta presentación para la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa de los principios del compañerismo eclesiástico termina con las siguientes declaraciones:
En todo esto vemos que el asunto de la expresión externa del compañerismo cristiano, el ejercicio del compañerismo eclesiástico, hay particularmente dos principios cristianos que deben dirigirnos: 1) la deuda grande de amor que el Señor quiere que paguemos al hermano débil, y 2) su amonestación clara (también fluyendo del amor) de apartarse de los que adhieren a doctrina y practica falsa y de todos los que se hacen participes de sus hechos malos. (Ecumenismo o unionísmo). Un reconocimiento concienzudo de los dos principios conducirá también a una práctica evangélica cuando se encara con las muchas difíciles de la vida, situaciones que propiamente pueden ser clasificadas como situaciones de casuística.
Con base en lo anterior, son posiciones insostenibles:
A. Distinguir entre una oración realizada en común que es reconocida ser una expresión del compañerismo eclesiástico, y entre una oración poco frecuente realizada en común que significa ser algo menos del compañerismo eclesiástico
B. Designar ciertas doctrinas que no son fundamentales como doctrinas que por su naturaleza no pueden causar una división en el compañerismo eclesiástico.
C. Ver las relaciones del compañerismo como tantas gradas de una escalera, cada una requiriendo una medida de unidad en doctrina y practica que gradualmente aumente o disminuya.
APÉNDICES
Las Escrituras también nos amonestan claramente sobre el descuido que tenemos con los sacramentos y el compañerismo cristiano. He querido incluir estos en forma detallada aquí y dar una definición conforme a las Escrituras de estos:
• Definición de Sacramento.
¿Que es un sacramento? En primer lugar no es un vocablo bíblico. Originalmente significaba un juramento como el de un soldado a su patria. En la iglesia primitiva los cristianos adultos en su bautismo renunciaban a todos los ídolos y juraban fidelidad a Cristo, siendo este voto realmente un "Sacramentum".
Mas tarde fue este un lenguaje eclesiástico.
- los sacramentos deben ser distinguidos de los sacrificios.
- en un sacrificio el hombre trata con Dios ofreciéndole algo; en un sacramento Dios trata con el hombre ofreciéndole u dándole algo.
- Un sacramento, por tanto, es un acto sagrado, ordenado por Dios, en el que Él, por medio de ciertos medios externos, unidos con su palabra, transmite y sella en los hombres la gracia de Cristo.
En el sacramento de la Santa Cena, por medio de los elementos, del pan y el vino, unidos con su palabra, trasmite y sella en los hombres la gracia de Cristo. Es importante recordar, que es Dios quien trata con nosotros por medio de la santa comunión, y este sacramento no pertenece a ninguna autoridad humana.
• Nombres que se dan a la santa comunión.
Este sacramento es conocido por varios nombres: la mesa del señor 1 corintios 10.21; la Cena del Señor 1 corintios 11.20; el partimiento del pan Hechos 2.42; la santa cena, para distinguirla de la a cena ordinaria en casa; la eucaristía, a causa de la acción de gracias ("eucharistesas") marcos 14.23; santa comunión, a causa de la comunión entre el pan y el cuerpo, el vino y la sangre 1 corintios 10.15-17. También se usa él termino misa, el cual probablemente surgió de la costumbre de la iglesia primitiva de despedir del servicio común aquellos que no estaban autorizados para participar del sacramento. Mientras no haya ideas heterodoxas conectadas con algunos de estos nombres no debemos disputar sobre ellos. Sin embargo, no debemos introducir innovaciones innecesarias en nuestra terminología, especialmente considerando que algunos términos se han viciado de falsas connotaciones, como es el caso con "eucaristía" y "misa" por la iglesia papista.
• Es una institución divina y permanente.
Es bueno recordar desde un principio que es el hijo de Dios quien instituye este sacramento.
Debe ser observado en la iglesia hasta el fin del mundo.
Cristo dijo a sus discípulos que hicieran esto en memoria de Él. Lucas 22.19; y los creyentes continuaban perseverantemente en el partimiento del pan hechos 2.42; y hasta ahora son advertidos de hacer esto a menudo hasta que Él venga 1 corintios 11.26
• Los elementos visibles.
Ya que fue instituida durante la fiesta de los panes sin levadura Lucas 22.7, Cristo uso el pan que estaba disponible; pero los discípulos continuaron celebrando esta cena aun después de la fiesta usando el pan disponible.
En cuanto al contenido de la copa, sabemos que fue "fruto de la vid" Mateo 26.29. De la historia sabemos que en la pascua usaba el vino y que, por consecuencia Cristo también uso vino cuando instituyo la cena. Los primeros cristianos hicieron lo mismo 1 corintios 11.21. Cualquier otro elemento haría inválido el sacramento.
• La consagración.
Aunque no esta registrado Pablo sigue la enseñanza de Jesús y habla de la "copa que ahora bendecimos" 1 Corintios 10.16, de la misma manera nosotros también bendecimos o consagramos el pan y el vino por su importancia y uso santo.
• Quienes deben participar del a Santa Comunión.
Solo entre creyentes y es doctrina que debemos sostener.
1. Ya han sido bautizados.
2. Pueden examinarse a sí mismos 1 Corintios 11.28
3. Creen que la santa comunión es un acto sagrado ordenado por Dios en el que Él trata con nosotros.
4. Esto excluye al os que causan escándalo u ofensa al participar del sacramento 2 corintios 6.3; Mateo 18.7
a. A todos los que viven en pecados graves 1 corintios 5.11
b. Rehusan perdonar y reconciliarse Mateo18.15-17,35
c. A los que retienen el sueldo a sus obreros Jeremías 22.13
D. A todos los que observan practicas anticristianas o unionísmo (ecumenismo) Romanos 16.17; Efesios 4.1-6.
e. Al acercarse a la santa comunión mientras continúan en tal estado causan ofensa a todos aquellos que profesan la verdadera fe en Cristo.
• La necesidad de la santa comunión.
Los cristianos deben asistir con frecuencia a la santa comunión, como esta escrito 1 Corintios 11.26-29.
Aquí podemos citar las palabras de San Agustín "no es el carácter del sacramento lo que condena, sino menospreciarlo".
Sin embargo, el ministro cristiano debe recordar a sus feligreses, fiel e insistentemente que el ser indiferente o negligente para con la santa comunión implica menospreciar el sacramento y que el menospreciar lo que Dios ha establecido equivale a cometer apostasía.
Martín Lutero dijo”: Los que se privan y se alejan por tanto tiempo del sacramento no deben ser tenidos por cristianos".
• El Sacramento del Bautismo
El Bautismo al igual que la Santa Cena son los dos únicos sacramentos instituidos por Cristo para ser administrados en la iglesia hasta el fin de los tiempos. En Mateo 28:18-20, vemos que Cristo ordenó el bautismo, que fuera administrado por sus discípulos “id,” con quienes prometió estar hasta el fin del mundo. El bautismo, entonces, es una ordenanza permanente, y aquellos cuerpos eclesiásticos que lo han echado a un lado alegando solamente que era para la iglesia primitiva, anulan un mandamiento claro de Jesús, y
Violan una institución básica de la iglesia cristiana.
Mientras el derecho y el deber de bautizar fueron dados a la iglesia entera, y a cada congregación local, el bautismo es administrado ordinariamente por el pastor, quien es el representante público de la congregación que lo ha llamado. Sin embargo, en caso de necesidad, un cristiano laico también puede validamente administrar el bautismo.
El elemento externo del bautismo es el agua. Juan bautizó con agua (Juan 1:33); Felipe bautizó al eunuco con agua (Hechos 8:36); Pedro bautizó a Cornelio con agua (Hechos 10:47); Pablo habla del bautismo como del lavamiento del agua por la palabra (Efesios 5:26); Cristo dice que debemos nacer de nuevo de agua y del Espíritu (Juan 3:5). No tenemos derecho a usar otro líquido. Sin agua no hay bautismo.
• El modo del bautismo:
Mientras la aplicación de agua es esencial en el bautismo (Mt 28:19; Hch 10:47; Efe. 5:26), el modo de aplicación, si por inmersión, derramamiento o aspersión, es indiferente (adiáfora). “Baptizein”, y palabras afines, significan cualquier manera de limpiar con agua.
Algunas iglesias enseñan que si una persona no es completamente sumergida en el agua, no esta bautizada. Aunque tienen poco que decir acerca de los beneficios espirituales del bautismo y del significado de tal inmersión, ellas le dan mucha importancia a la forma y modo externos del bautismo. La palabra “bautizar” es derivada de la palabra griega “baptizein”, que también significa sumergir en o bajo el agua. De ahí que nosotros admitamos que podemos bautizar también por inmersión. Aún mas, este no es el único significado de la palabra usado en la Biblia. En Marcos 7:3 leemos que los fariseos “se lavan (niptein) las manos” antes de comer. Esta palabra era comúnmente usada cuando solamente una parte del cuerpo era lavada, mientras que “louein” era usada cuando se lavaba o bañaba el cuerpo entero. Sin embargo, este lavado parcial es llamado bautismo en Marcos 7:4 y en Lucas 11:38. Por lo tanto, si solamente una parte del cuerpo es lavado con agua, es un verdadero bautismo. Los fariseos pueden haber sumergido tasas, ollas y vasijas bronceadas, pero muy difícilmente las “mesas”, o mucho menos los “canapés” sobre los cuales se reclinaban cuando estaban en la mesa. En Hebreos 9,10 leemos acerca de “diversas abluciones”, bautismos, y de Números 19 aprendemos que algunos bautismos rituales fueron realmente realizados por inmersión (v.7), otros por aspersión (vs. 13, 18, 19). Sin embargo, también este rociamiento de agua sobre tiendas, vasijas y personas es llamado bautismo. De ahí que nosotros podemos bautizar por rociamiento. En Mateo 3:11 Juan dice a la gente que él en verdad estaba bautizando con agua, pero que Cristo los bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego. Del cumplimiento de esta profecía (Hch 2:16, 17) aprendemos que los discípulos no fueron sumergidos en el Espíritu Santo y en fuego, sino que el Espíritu Santo fue “derramado” sobre ellos y “lenguas repartidas, como de fuego” se asentaron sobre cada uno de ellos (v.3). Sin embargo, este derramamiento del Espíritu es llamado bautismo. Por lo tanto, nosotros podemos bautizar por derramamiento de agua. En 1 Corintios 10:2 que todos los hijos de Israel fueron, en Moisés, bautizados en la nube y en el mar. Sin embargo, de Éxodo 13:21 y Éxodo 14:22 no tenemos la impresión que ellos fueron sumergidos en la nube y en el mar. Por lo tanto, la inmersión no es de ninguna manera el único modo valido de bautizar. Es esencial que sea aplicada agua, lo cual puede ser hecho también por rociamiento o por derramamiento. Ello no depende de la cantidad de agua usada ni de donde o como es aplicada.
El bautismo de Juan fue un bautismo con agua (Juan 1:33), de arrepentimiento para remisión del pecado (Mr.1: 4). Fue administrado en el nombre del Dios trino y uno, quien lo había ordenado (Jn. 1:33), y fue un medio de gracia efectivo (Jn. 3:5).
Durante el ministerio publico de Cristo sus discípulos igualmente bautizaron (Jn. 3:22; 42), siendo tal bautismo esencialmente el mismo que el de Juan. Y no aparece que aquellos que fueron bautizados por Juan o por los discípulos de Jesús fueron mas tarde bautizados otra vez cuando Cristo instituyó su bautismo. Sin embargo, después de la muerte de Juan, algunos de sus discípulos no se unieron a Cristo, a quien el bautismo de Juan había señalado, sino que continuaron como una secta separada y bautizaban en el bautismo de Juan (Hch. 19:3). El bautismo de estos últimos discípulos de Juan no estaba mandado por Dios, no señalaba a Cristo como el Salvador del pecado y no era, en consecuencia, válido. De ahí que aquellos hombres que habían sido bautizados con el ahora bautismo espurio de Juan, fuesen bautizados en el nombre del Señor Jesús (Hch. 19:5).
• La formula del bautismo ha sido definitivamente fijada:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:18). No tenemos razón ni autoridad para substituirla por otra. Su uso es esencial; el no usarla haría el bautismo inválido.
“El bautismo no es otra cosa que la palabra de Dios en el agua, ordenado por su institución o, como dice Pablo: ‘el lavamiento por la palabra’; o como dice también san Agustín: ‘la palabra se une al elemento y llega a ser sacramento’ (A.E., parte III, Art. V, Libro de Concordia, pág. 321.1). Sin embargo, ello no depende del sonido fonético de las palabras, el cual es diferente en cada idioma, sino del sentido. La fórmula trinitaria debe, en consecuencia, concedida y confesionalmente, ser también tomada en el sentido trinitario. Repetir las palabras pero negando que su sentido y significado se refieren al Dios trino y uno como hacen los anti-trinitarios, hace inválido el bautismo. Textos tales como Hechos 2:38; 8:16; 10:48; Romanos 6:3; Galatas 3:27 no declaran que los apóstoles la sustituyeron por una formula diferente; estos textos simplemente describen el bautismo como el bautismo instituido por Cristo. Y el bautismo que Cristo instituye es el bautismo en el nombre del Dios trino y uno.
Bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo no significa bautizar por mandato de Dios trino y uno, ya que el mandamiento de hacer eso se encuentra en las palabras de Cristo: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos Las palabras En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo tienen un profundo significado. (Y es aquí donde el bautismo funciona como medio de gracia). Ya que por el bautismo los hombres son hechos discípulos de Cristo, estas palabras indican las bendiciones que el bautismo otorga. Somos bautizados en (griego: eis) en el nombre de Dios trino y uno. ¿Qué queremos decir con el nombre de Dios? Queremos referirnos no solamente aquellos nombres con los cuales lo invocamos, sino dar a entender todo lo que él nos ha revelado referente a sí mismo, y todo lo que significa para nosotros. Lo que significa bautizar en alguno o en el nombre de alguno, lo aprendemos de 1 Corintios 10:2 y 1 Corintios 1:13. Los hijos de Israel fueron bautizados en (eis) Moisés, y Pablo niega que alguien fuera bautizado en (eis) el nombre de Pablo. En ambos casos el significado no es haber sido bautizado por mandato de estos hombres, sino más bien que por el bautismo ellos entraron en una relación definida, un discipulado con ellos. De la misma manera aquí, al ser bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo nosotros entramos en una íntima y bendita relación con el Dios Trino y Uno. Somos, por decirlo así, inmersos en Dios, somos iniciados en su comunión; entramos en una alianza con él y somos hechos participes de todas las bendiciones de su gracia. En el bautismo Dios promete ser nuestro Padre, y nos adopta como sus hijos; en el bautismo nos revestimos de Cristo (Gálatas 3:26-27), y recibimos el don del Espíritu Santo (Hch 2:38). De esta manera estas palabras son un resumen breve de todas las bendiciones en quien y en el nombre de quien somos bautizados. Haber sido bautizado en el nombre del Dios Trino y Uno debe significar más para nosotros que simplemente haber sido bautizados por su mandato. Somos bautizados por mandamiento de Cristo para que por tal bautismo podamos entrar en comunión con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.
• ¿Quién debe ser bautizado?
El bautismo que Cristo instituyó no debe ser administrado a cosas sin vida, a animales, a personas muertas. Según la Biblia todas las naciones deben ser bautizadas, y esto incluye hombres, mujeres y niños.
En resumen
Ya que la presentación es muy larga y llena de detalles, y que aveces tiene expresiones muy complicadas y bastantes profundas, voy a tratar de hacer un resumen más breve y más simple.
Para hacerlo voy a dividir mi presentación en cinco partes, las cuales son las siguientes:
1. Definición
2. La distinción entre el compañerismo en la iglesia Invisible y el compañerismo en la Iglesia visible.
3. Según lo visto del numero 2 ¿con quien podemos tener el compañerismo?
4. ¿Cuáles son los motivos para practicar o no el compañerismo?
5. Conclusión
1. Definición
Una definición más sencilla seria esta “El compañerismo eclesiástico es cualquier expresión común de nuestra unidad de fe.” Ahora, un problema que vamos a encontrar en cualquier definición del compañerismo eclesiástico se encuentra en la palabra “eclesiástico.” ¿Qué queremos decir con esa palabra? Esto nos lleva a la segunda parte de mi presentación.
2. La distinción entre el compañerismo en la Iglesia invisible y el compañerismo en la Iglesia visible.
Otra vez sería bueno tener una definición de términos. La Iglesia Invisible es la iglesia verdadera de Cristo que consiste en todos los verdaderos creyentes en Cristo de todos los tiempos, (Juan 10:16). Otros nombres para esta iglesia son: “El cuerpo de Cristo”, “la comunión de los santos.”
Iglesias Visibles son manifestaciones de la iglesia verdadera, llegando a ser manifestadas por el acto de confesar. Otro nombre para una iglesia visible es una “ congregación de creyentes.” Vea I Corintios 16:19.
Ahora, ¿Cuál es la distinción entre el compañerismo en la iglesia invisible y el compañerismo en la iglesia visible? La distinción es esta: la iglesia invisible no se ve porque la fe que le hace a uno miembro de la iglesia no se ve; es algo del corazón, (Gál 3:26); por lo tanto, el compañerismo en la iglesia invisible no se ve tampoco y no se ve quienes son sus miembros. Los elegidos. Es un compañerismo espiritual. San Pablo habla de este compañerismo espiritual cuando dice en Efesios 4:4-6 que “Hay un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” Fue por la consumación de este compañerismo que Cristo oró en la noche antes de la realización de su obra redentora, diciendo, “Para que todos sean uno, como tu, oh Padre, en mi, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros,” (Juan 17:20.21).
Por otro lado, el compañerismo en la iglesia visible es algo que sí se ve porque es el compañerismo entre los miembros de las congregaciones cristianas existentes que se ven. San Lucas habla de este compañerismo en Hechos 1:42 donde dice, “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”
Esto nos lleva al punto (3).
3. Según lo visto del numero (2), ¿con quienes podemos tener el compañerismo?
Para contestar correctamente tenemos que quedarnos siempre con la distinción entre el compañerismo en la iglesia invisible y en la iglesia visible frente a nosotros.
En la Iglesia Invisible no solamente podemos sino automáticamente tenemos un compañerismo perfecto con todos los que son verdaderos cristianos. Como el punto A, 5 de la presentación dice, “Ante Dios cada actividad de nuestra fe es a la vez actividad de compañerismo en la comunión de los santos, I Cor. 12; Efesios 4:1-16; Romanos 12:1-8; II Timoteo 2:19.” Y como aplicación de esto dice, “En este sentido todas nuestras oraciones realmente son oraciones comunes. Es un articulo bendito de nuestra fe que sabemos que todos los hijos de Dios, aunque conocidos individualmente solo por Dios, están orando constantemente con y para nosotros, que hay un bendito compañerismo invisible de oración siguiendo constantemente, en el cual los corazones de todos los creyentes son elevados juntamente al trono de la gracia de Dios en suplicas y gracias.”
Pero la situación es diferente cuando pensamos en las iglesias visibles que son visibles solamente por medio de su confesión. La confesión es la clave aquí. Solamente por medio de la confesión de una iglesia visible podemos nosotros como seres humanos saber si esa iglesia es una iglesia ortodoxa (una que cree, enseña y practica todas las doctrinas de la Biblia) o una iglesia heterodoxa (una que no cree, enseña y practica todas las doctrinas de la Biblia). Pues, solamente por esa confesión podemos saber también si podemos tener compañerismo con esa iglesia o no.
Ahora, ¿qué debemos buscar en una confesión para saber si una iglesia visible es una iglesia ortodoxa y si podemos tener compañerismo con esa iglesia o no? I Juan 4:1-3 dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios; todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo no ha venido en carne, no es de Dios, y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya esta en el mundo.” Y Romanos 16:17 explica más, “Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido; y que os apartéis de ellos.” Así sabemos que si una iglesia visible confiesa a Cristo y toda su doctrina, es decir toda su Palabra, esa iglesia es una iglesia ortodoxa y podemos tener compañerismo con ella. Si no confiesa a Cristo y toda su doctrina no es una iglesia ortodoxa y no podemos tener compañerismo con ella. Y Romanos 16:17 nos muestra que esto aplica a los miembros individuales de una iglesia también.
Note: una confesión se hace por medio de la boca y también por medio de las acciones.
Hay algunos que van a decir inmediatamente, “pero nadie es perfecto, y por eso nadie puede hacer una confesión perfecta.” Y eso no es cierto. Por eso hay una discusión mas que tenemos que hacer. No vamos a terminar el compañerismo con alguien solamente porque es débil o porque ha cometido un error inadvertido en su confesión. En cuanto a tales errores inadvertidos San Pablo dice en Gálatas 6:1, “Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado.” Pues, la palabra “persistente” es otra palabra clave. No podemos mantener el compañerismo con aquellos que son persistentes en su error; la exclusión alude solo a ellos.
4. ¿Cuáles son los motivos para practicar o no practicar el compañerismo?
Muy sencillamente, los motivos son los motivos de amor. Cuando practicamos el compañerismo es porque amamos a aquellos con los cuales somos uno en fe, en doctrina y practica. El compañerismo es una expresión natural del amor que tenemos el uno para con el otro. Es una expresión de amor que Dios quiere.
Por otro lado, cuando vemos a una persona o a un grupo de personas persistiendo en un pecado o en un error doctrinal y por eso nos separamos de ellos, es decir, no practicamos el compañerismo con ellos, los motivos todavía son los motivos de amor. El amor demanda que les demos a tales una confesión clara de lo que creemos nosotros. El amor demanda que les demos a conocer que están viviendo en una situación peligrosa para su fe a causa de su error. El amor demanda que tratemos de salvarles de su peligro. Si seguimos ofreciéndoles nuestro compañerismo, como si no hubiera ningún problema, no vamos a lograr ninguno de estos objetivos.
Además, tenemos que pensar en el amor que tenemos para Dios. Ese amor demanda que en estos asuntos sigamos los deseos y consejos que el nos da en su Palabra, aun si es algo difícil para nosotros o si va a causarnos dolor.
5. Conclusión
Esta presentación ha destacado las áreas donde aparecen la mayoría de los problemas en cuanto a la doctrina del compañerismo eclesiástico. La razón por la cual hay tantas iglesias cristianas e individuos cristianos que no entienden ni practican el compañerismo eclesiástico correctamente (estamos pensando especialmente en los ecumenistas o ecuménicos) es porque no distinguen correctamente entre la Iglesia Invisible y las Iglesias Visibles. Tampoco entienden el amor cristiano correctamente. No entienden que aveces una acción de amor va a darle a otro un choque para darle a conocer que esta en peligro. Espero que esta presentación nos ayude a hacer las distinciones mencionadas para poder practicar el compañerismo eclesiástico correctamente con el verdadero amor.
SOLI DEO GLORI
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